Joan eduki nagusira

El estudio APPlying Mentoring, llevado a cabo por investigadores de cinco universidades españolas —entre las que se encuentra la Universidad Pública de Navarra a través de su proyecto Ruiseñor-Urretxindorra— prueba la eficacia y habla de los beneficios de la mentoría social para distintos grupos de población migrada y refugiada. En general, la investigación concluye que “los proyectos de mentoría analizados favorecen la inclusión social de las personas migradas y refugiadas, complementando el apoyo formal y administrativo de los centros educativos, los servicios sociales y las entidades de acogida”.

zoom Dos participantes

Imagen de dos participantes del proyecto Ruiseñor (fotografía cedida)

El estudio ha analizado el impacto de la mentoría en tres grupos clave: la adolescencia de origen migrante (con los proyectos Ruiseñor y enTàndem), la juventud no acompañada (con el proyecto Referents) y las personas adultas solicitantes de asilo (con el proyecto de mentoría social del Programa Català de Refugi). En todos los casos, el estudio demuestra que las personas mentoras ofrecen un apoyo muy relevante en los momentos de transición que viven las personas mentorizadas y que suponen un riesgo importante para su salud mental. 

El colectivo que muestra cambios más importantes es el de la juventud no acompañada. Este colectivo mejora significativamente en salud mental, autoestima, resiliencia y esperanza en un futuro mejor. La juventud mentorizada también mejora el triple en referencia a sus aspiraciones educativas, en comparación con la juventud que no participa en los proyectos de mentoría. De los datos del estudio se extrae la hipótesis de que el potencial de mejora de la juventud no acompañada se debe, por un lado, a que la intervención del proyecto Referents incorpora un acompañamiento socioeducativo de elevada intensidad y, por otro lado, a que este colectivo parte de una situación de alta vulnerabilidad que permite que los cambios sean mucho más notorios que en otros casos.

La investigación concluye, por otro lado, que la mentoría social permite que distintos indicadores relacionados con la escolarización de adolescentes no empeoren de forma significativa, evitando así que sus trayectorias se debiliten de la misma forma que lo hacen aquellas de las personas que no cuentan con el apoyo de una persona mentora. Igualmente, su aprendizaje de la lengua se percibe dos veces mejor que el de las personas que no reciben la mentoría. El profesorado de este colectivo, además, destaca que el alumnado mentorizado participa hasta tres veces más activamente en sus clases y que reducen su presencia en las aulas de acogida a la mitad, en comparación con el alumnado que no recibe la mentoría.

En lo referente al colectivo de personas adultas solicitantes de asilo, el estudio ha probado que la mentoría social favorece su bienestar socioemocional, complementando el apoyo formal y administrativo de las entidades de acogida. 

El estudio en contexto

La creciente necesidad de ofrecer apoyo a la inclusión social de las personas migradas y refugiadas más allá de una ayuda asistencial y de servicios sociales ha promovido la emergencia de nuevos programas de apoyo informal, especialmente durante los cinco años previos a la pandemia (2015-19). En este lapso temporal se han creado el 60% de los programas de mentoría social que existen actualmente en España (unos 36 programas de nueva creación).

“Ante el auge de los proyectos de mentoría social, resulta imprescindible apostar por la calidad y la investigación. Nos tenemos que asegurar que el impacto que promovemos sea positivo y significativo”, explica la directora de la Coordinadora de Mentoría Social, Marta López. Las entidades que conforman esta red están comprometidas con la mentoría social de calidad, y “conseguir datos significativos sobre el impacto que tienen los proyectos es básico”, asegura López. La mentoría social es una metodología de intervención social que hay que aplicar con rigor, ya que, como explica Òscar Prieto Flores, director del estudio APPlying Mentoring e investigador en la Universitat de Girona, “una mala gestión de un programa de mentoría puede no sólo no causar beneficios, sino incluso ser perjudicial para el desarrollo de los jóvenes”.

Con el objetivo de obtener datos del impacto positivo de la mentoría social en las poblaciones migradas y refugiadas se creó el equipo de investigación, formado por investigadores de la Universitat de Girona, la Universitat Rovira i Virgili, la Universitat de Barcelona, la Universidad del País Vasco, la Universidad Pública de Navarra y la Universidad de Massachusetts (UMass Boston).

Las principales entidades implicadas en el estudio han sido, para el análisis de los y las adolescentes de origen migrante, AFEV, con su proyecto enTàndem; Associació Quilòmetre Zero, Servei Solidari, SOS Racismo Guipuzkoa, Universidad Pública de Navarra y Universitat de Girona como miembros de la red de proyectos Ruiseñor (Nightingale Network); Punt de Referència con el proyecto Referents, dirigido a la juventud no acompañada; y el proyecto de mentoría social del Programa Català de Refugi de la Generalitat de Catalunya, dirigido a la población adulta solicitante de asilo.

La mentoría social es una herramienta de intervención social que promueve la construcción de relaciones entre personas que, voluntariamente, se ofrecen para proporcionar apoyo a otras personas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad. Esta relación está siempre motivada y supervisada por una persona profesional.