Joan eduki nagusira

zoom Javier Erro, profesor de Sociología

Javier Erro, profesor de Sociología

“En este momento perder el empleo o la residencia se pueden convertir en causas determinantes para descender a la situación de persona en “situación de calle” o de persona sin hogar”. Esta es una de las conclusiones que se desprenden del avance de la investigación desarrollada por el Departamento de Sociología de la Universidad Pública de Navarra dentro del proyecto Sopa Caliente: Comedor París 365, que incluye un trabajo de campo sobre la situación de personas sin hogar en Pamplona.

El informe fue presentado ayer en una jornada desarrollada en la Sada Ada Byron del Edificio Las Encinas durante la que se celebraron dos mesas redondas para abordar distintos aspectos relacionados con la exclusión social y las políticas de inclusión.

zoom Imagen del público asistente

Imagen del público asistente

“Sopa Caliente: Comedor París 365” es un proyecto de Aprendizaje Servicio (ApS), una metodología de enseñanza que integra aprendizaje académico y servicio a la comunidad. El proyecto lo desarrolla el Departamento de Sociología de la UPNA en colaboración con la Fundación Gizakia Herritar, la Escuela de Educadores de Base y la Fundación Diario de Navarra. Desde el pasado noviembre, un equipo formado por voluntarios del Comedor París 365 y de la Escuela de Educadores de Base y alumnos de Sociología ha realizado visitas periódicas a las personas sin techo de Pamplona para proporcionarles una sopa caliente y material para pasar el invierno y conocer su situación actual.

El objetivo ha sido comprobar si ha variado el perfil de estas personas como consecuencia de la crisis. Precisamente, la labor de los estudiantes del Departamento de Sociología ha sido elaborar un informe sobre la tipología de las personas sin techo.

Nuevos perfiles

Otra de las conclusiones del estudio es la constatación de que se empieza a dar una pluralización de perfiles entre las personas en situación de calle (combinan pernoctación en la calle y en albergue) y las personas sin hogar (pernoctaciones prolongadas en calle), y están apareciendo además nuevos perfiles.

El informe señala que los nuevos perfiles se presentan “más normalizados” y con una visibilidad menos mediática frente a las tipologías tradicionales. La crisis está provocando además nuevos perfiles de personas que no duermen exactamente en la calle pero sí se acercan a la “situación de calle”. En este sentido, se puede hablar de más personas vulnerables, de más personas en situación de riesgo, y entre ellas llama la atención la irrupción de familias. Son perfiles que llegan a los comedores buscando un complemento para subsistir en una situación concreta y, en principio, temporal, personas que ya no tienen en acceso a la renta básica, que están en paro, no tienen prestaciones, etcétera.

En el proyecto de investigación han participado profesores y alumnos voluntarios de la Universidad. El trabajo de campo se realizó entre el 21 de diciembre de 2012 y el 22 de marzo de 2013. Se atendieron y reconocieron a 60 personas, entre las que deben distinguirse las que se encuentran en “situación de calle” y las que pernoctan habitualmente en la calle (sin hogar).

Dentro de este último grupo de los sin hogar, la mayoría está identificada desde los servicios sociales, predominan los hombres sobre las mujeres y son frecuentes los problemas de salud mental. A este “perfil clásico” se le suma ahora otro tipo de perfil, personas de origen extranjero que han perdido su trabajo y carecen de una red de apoyo familiar.

Según el estudio, buena parte de las personas que viven a la intemperie suele pernoctar en grupo o parejas como forma de prestarse protección y apoyo. La mayoría duerme en cajeros de entidades financieras y principalmente en el centro o en el primer Ensanche, lo cual puede tener relación con la ubicación de las instituciones que les aportan servicios sociales fundamentales para sobrevivir.

Aunque algunas de estas personas sin hogar pueden utilizar la mendicidad como medio para sobrevivir, por lo general se apoyan en un sistema denominado “limosneo”, es decir, solicitud de alguna moneda en los cajeros o de alimento en algún establecimiento. La finalidad de este sistema es únicamente obtener el mínimo para pasar el día y sobrevivir.