Joan eduki nagusira

El anuncio se ha hecho esta mañana en el Rectorado de la Universidad Pública de Navarra, en un acto en el que han estado presentes la Vicerrectora de Proyección Social y Cultural, Camino Oslé Guerendiain, el profesor Alberto Pérez Calvo, Vicepresidente del Jurado del Premio; y Marta Fernández Molina, alumna de la licenciatura de Derecho y Secretaria del Jurado.

zoom Rueda de prensa de presentación del Premio Jaime Brunet

Rafael Moneo Vallés

De este modo el fallo se ha dado a conocer coincidiendo con el aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU, aprobada el 10 de diciembre de 1948 y de acuerdo con las disposiciones testamentarias del filántropo Jaime Brunet, que legó su fortuna a dicha universidad navarra con este objeto.

Defensa de los niños y niñas desaparecidos

Según se señala en el acta del jurado, para adoptar esta decisión, se ha tenido en cuenta aspectos como que “en 1994, Jon Cortina creó la asociación Pro-Búsqueda, como instrumento para encontrar a los niños y niñas desaparecidos durante la guerra de El Salvador que fueron dispersados en países de América y de Europa. Durante estos trece años la asociación ha sido un ejemplo de compromiso y trabajo intenso de modo que ha logrado resolver 188 casos, de los 571 que se habían denunciado. Al mismo tiempo ha hecho una importante labor didáctica sobre los derechos que defendía, manteniendo diversas publicaciones”.

Por otra parte, el Jurado “ha tenido igualmente en cuenta el artículo 16 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que reconoce el derecho a fundar una familia, y que ésta sea protegida por la Sociedad y por el Estado. También ha considerado el derecho a la identidad personal que se desprende de los artículos 6 y 15 de la misma Declaración”.

Jon Cortina, continua el acta “luchó durante los últimos años de su vida por la restitución de estos derechos a las personas afectadas, convirtiéndose así en un defensor de los Derechos Humanos, y en una voz que se alzaba contra la vulneración de los mismos. Jon Cortina trabajó por la defensa de la población más vulnerable, los niños, con el fin de que no se les negasen derechos como el que todo niño tiene a no ser separado de su madre, y a vivir bajo el amparo de sus padres, como reconoce el principio número 6 de la Declaración de los Derechos del Niño”. Por último, el jurado “ha tenido en cuenta para otorgarle tal galardón toda la trayectoria de su vida, que se caracterizó por su compromiso en la defensa de los más débiles, lo que le llevó a situaciones de peligro y riesgo para su propia vida”.

Perfil de Jon Cortina

El Padre jesuita Jon Cortina nació en Bilbao el 8 de diciembre de 1934 y se nacionalizó salvadoreño, país en el que vivió durante 55 años, hasta su muerte, en 2005. Jon Cortina es conocido por su larga trayectoria de lucha contra la injusticia y la denuncia de las violaciones de derechos humanos en El Salvador y Centroamérica y el trabajo para la localización de los menores desaparecidos durante la guerra en El Salvador, a través de la Asociación Prebúsqueda de Niños y Niñas Desaparecidos fundada por el Padre en 1994. De este modo, formó parte de una generación de jesuitas como Ellacuría, Montes, Sobrino, Baró, etc., que marcarían la historia de El Salvador.

Dos años después de nacer, en 1936, sucede el bombardeo de Gernika, localidad en la que residía la familia Cortina y comienza un largo exilio en Francia para huir de los horrores de la guerra civil española. Más tarde, siendo adolescente, ingresó a la Compañía de Jesús. Tras realizar estudios en varios países como Ecuador, Estados Unidos, Canadá, Alemania y España, obtuvo licenciaturas en Humanidades, Filosofía y Teología y un Doctorado en Ingeniería sobre movimientos sísmicos en El Salvador. Se trasladó a este país en 1955 y, en los primeros años, como ingeniero, trabajó en la construcción de puentes, pozos y carreteras, compatibilizando esta actividad con su trabajo pastoral y de denuncia de violaciones de derechos humanos, en colaboración con el también jesuita Rutilio Grande. Cuando Grande fue asesinado en 1977, el arzobispo Oscar Romero encomendó al padre Jon que le sucediera en la parroquia de Aguilares.

También impartió clases de Ingeniería en la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA). Desde esta universidad, varios profesores, como el propio Cortina, Jon Sobrino e Ignacio ElIacuría, reclamaban justicia para El

Salvador y otros pueblos de Centroamérica.

Su mensaje molestaba a sectores del poder y el 16 de noviembre de 1989, un grupo de 26 militares salvadoreños entró en la UCA y asesinó a seis jesuitas - el Padre Ellacuría entre ellos-, a una empleada y a la hija de ésta. Dos de los jesuitas del grupo sobrevivieron por no encontrarse en la universidad: Jon Sobrino, que se hallaba en Asia, y Jon Cortina en Chalatenango, ya que desde la
década de los ochenta vivía en la pequeña comunidad de Guarjila.

En un primer momento se pensó que Cortina había muerto y él mismo pudo oír su nombre en la lista de bajas cuando escuchó la noticia en la radio a la mañana siguiente. El asesinato de sus compañeros no hizo que el Padre Jon Cortina abandonar el trabajo a favor de los Derechos Humanos. Todo lo contrario. En 1994 fundó la Avocación PRO BÚSQUEDA de Niños y Niñas Desaparecidos de El Salvador, para ayudar en la localización de los menores desaparecidos. El Padre Jon fue coordinador de la Asociación junto a Mirna Perla de Anaya. El 24 de noviembre de 2005 sufrió un derrame cerebral mientras se encontraba en la Ciudad de Guatemala. Ingresado en el hospital no superó la afección y murió semanas después.

Entre los numerosos premios recibidos cuenta con el Hijo Meritísimo de El Salvador por la Asamblea Legislativa, y el Premio Memorial por la Paz "Josep Vidal y Llecha": La Asociación PRO BÚSQUEDA de Niños y Niñas Desaparecidos de El Salvador es una asociación de familias salvadoreñas que han sufrido -y en muchos casos aún sufren- la desaparición forzada de sus niños y sus niñas a causa de la guerra civil en El Salvador, en el período comprendido entre 1980 y 1991.

Los orígenes de la Asociación PRO BÚSQUEDA, germinan de la insatisfacción de un grupo de familiares de niñas y niños desaparecidos por el conflicto, ante los resultados del proceso de cumplimiento de los Acuerdos de Paz, concretamente el hecho que la Comisión de la Verdad no incorporara de manera específica en su informe, "De la Locura a la Esperanza", la problemática de la niñez desaparecida, que sus recomendaciones sobre las profundas reformas al sistema de seguridad pública y de justicia, fueran totalmente desatendidas por parte de las partes firmantes de dichos Acuerdos, y sobre todo ante la negativa del Estado salvadoreño de dar respuesta al problema de las desapariciones.

La acción de PRO BÚSQUEDA se enmarca dentro del movimiento de víctimas civiles de la guerra en El Salvador, junto a los heroicos comités de madres de desaparecidos: COMADRES, CODEFAM y COMAFAC. La misión de la Asociación es "buscar y localizar a los niños y niñas desaparecidas a consecuencia del conflicto armado en El Salvador, para promover su reencuentro y reintegración familiar. Asimismo, reivindica las demandas de verdad, justicia y reparación que las víctimas de desaparición forzada de menores exigen al Estado".

Lo más notable de los miembros que conforman Pro Búsqueda es haberse mantenido cohesionados por tanto tiempo. Han transcurrido 12 años y más de 500 familias, pobres y campesinas, se mantienen unidas por la esperanza de encontrar a sus hijos desaparecidos.

Otros países de la región centroamericana que sufrieron los efectos de los conflictos durante los años setenta y ochenta no están exentos del problema de los niños y niñas desaparecidas. Pro Búsqueda ha regionalizado la temática, compartiendo su experiencia en otros países, sobre todo con las instituciones en Derechos Humanos de Guatemala que conforman la Comisión Nacional de

Búsqueda en ese país.

La Asociación Pro Búsqueda ha alcanzado un nivel de desarrollo que, en analogía al proceso de evolución humana, la sitúa en la etapa de la madurez. Desde esta perspectiva cabe señalar que la institución se encuentra en el culmen de su proceso de lucha por la incidencia política a raíz de la Sentencia entorno al caso Serrano Cruz, emitida por la Corte Interamericana de Justicia. De ahí que Pro Búsqueda se ha posicionado como interpeladora directa, en materia de justicia, del Estado salvadoreño. Formalmente, Pro Búsqueda fue fundada el 20 de agosto de 1994, y desde entonces el número de casos reportados se incrementó cada año.

La Fundación y el Premio Jaime Brunet

La Fundación Jaime Brunet es una Fundación cultural privada, de interés social y carácter permanente, cuyos fines son el fomento del respeto a la dignidad humana, a las libertades fundamentales y a los derechos humanos, así como la erradicación de situaciones y tratos inhumanos o degradantes. La Fundación promociona actividades dirigidas a tal objeto y estudios relacionados con el
respeto a tales valores.

En concreto, y entre otras actividades, convoca el premio Jaime Brunet Romero con el fin de distinguir bien un trabajo científico; bien un trabajo literario o audiovisual; bien una trayectoria de una persona o institución que haya destacado en la promoción de los derechos humanos. Jaime Brunet Romero nació en Bayona (Francia) el 20 de julio de 1926 y falleció el 4 de enero de 1992 en San Sebastián (Guipúzcoa). Nacido en el seno de una familia de emprendedores catalanes que se había asentado en el siglo XVIII en Guipúzcoa (donde desarrollaron una importante actividad industrial), fue educado con un talante liberal y crítico con la época que le tocó vivir. Fue encaminado a la carrera de Derecho por su padre, Jaime Brunet Goitia, jefe local del partido republicano que llegó a ser teniente de alcalde del ayuntamiento de
San Sebastián, donde ya habían ocupado la alcaldía su abuelo y bisabuelo. Cursó sus estudios en la universidad de Valladolid, en la que ejerció por un tiempo como profesor ayudante.

Su afición destacada por la lectura se acompañó por el interés de aprender idiomas, con los que pudo desenvolverse con facilidad en sus numerosos viajes, que le llevaron, a pesar de las dificultades de su tiempo, a recorrer más de treinta países. En estos viajes, según confesaba, captó y comprendió cuánta discriminación y violencia, cuánto abuso de los poderosos sobre los débiles existen aún en nuestro siglo, y con qué facilidad se conculcan diariamente los derechos más elementales de la persona humana.

En los últimos años de su vida su sensibilidad por la situación de los derechos humanos y la defensa de la libertad del ciudadano, también ante los abusos de la Administración pública, se convirtieron en su constante preocupación. Al no tener descendencia directa, y movido por sus sentimientos que le rebelaban contra las actuaciones injustas, decide legar su fortuna para crear a su fallecimiento la fundación que con su nombre se dedique a divulgar los derechos humanos y a premiar a quienes por su trabajo en defensa de los mismos se hicieran merecedores de este reconocimiento. De este modo, se crea la Fundación Jaime Brunet Romero, con residencia en la Universidad Pública de Navarra, según su voluntad testamentaria.