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zoom El vicerrector de Investigación de la UPNA, Ramón Gonzalo García, y la directora de negocio de los institutos de investigación de la Universidad, Begoña Vicente Yenes, posan delante de la vitrina que contiene el facsímil de Jerónimo de Ayanz.

El vicerrector de Investigación de la UPNA, Ramón Gonzalo García, y la directora de negocio de los institutos de investigación de la Universidad, Begoña Vicente Yenes, posan delante de la vitrina que contiene el facsímil de Jerónimo de Ayanz.

La Universidad Pública de Navarra (UPNA) ha editado una edición facsímil (reproducción idéntica al original) del único capítulo que se conserva de un libro escrito por el inventor navarro Jerónimo de Ayanz en el que habla sobre sus ideas científicas. El facsímil, uno de cuyos ejemplares se encuentra expuesto en el edificio Jerónimo de Ayanz de la UPNA, en el campus de Arrosadia de Pamplona, surge de una iniciativa impulsada por el Vicerrectorado de Investigación, en colaboración con los institutos de investigación de la Universidad (IS-FOOD, ISC, INARBE e INAMAT), que ha sido gestionada por la sección de Publicaciones de la UPNA.  

El documento contribuye a aclarar la actividad de Jerónimo de Ayanz (Guenduláin, 1553-Madrid, 1613) en los hasta ahora desconocidos últimos años de su vida, entre 1612 y 1613. En él, se ve que Ayanz estaba en contacto con científicos de Italia (como demuestra el encabezamiento del capítulo en forma de dedicatoria “Al serenissimo príncipe Emanuel Filiberto…”), país en el que se estaba gestando la incipiente revolución científica iniciada por Galileo Galilei contra las creencias religiosas tradicionales y protocientíficas. El escrito original se encuentra en los fondos de la Biblioteca Nacional de España, adonde llegó en buen estado de conservación en octubre de 2013 tras una subasta pública. La Universidad utilizará la edición facsímil, con una tirada de 100 ejemplares, como regalo institucional.

Contenido científico del documento

zoom Imagen del facsímil.

Imagen del facsímil.

En cuanto al contenido científico del documento, el inventor navarro comienza desmintiendo la creencia de lo que se llamaba la “compulsión de elementos” (se creía que no era una fuerza exterior la que hacía desplazarse a un móvil, sino un conjunto de elementos). También defiende la imposibilidad del movimiento perpetuo en las máquinas (uno de los tópicos más extendidos en su época), esto es, la idea de que no puede haber máquina perpetua, pues siempre existe rozamiento.

Además, Jerónimo de Ayanz parece intuir el concepto de presión atmosférica (desconocida hasta que se experimentó con ella varias décadas después), relacionada también con la existencia del vacío, aunque niega la posibilidad de llegar al “vacío total”.

En otra línea de investigación, el científico refuta una serie de conocimientos alquímicos que eran tomados como verdades absolutas en su tiempo, como la falsa creencia de que era posible obtener diez medidas de agua a partir de una de tierra. También afirma que “el aire no se convierte en fuego”, puesto que “la llama no es fuego, sino materia encendida”. En su afán científico, utilizó pruebas empíricas para probar sus hipótesis. Así, para demostrar la parte de “aire” (vapor) que puede generarse a partir del agua, utiliza un aparato (del que realizó un dibujo plasmado en las páginas del libro) basado en su máquina de vapor para elevar el líquido elemento. Con él, pretendía exponer cuánta parte de vapor puede salir del agua por medio del “fuego” (calor). Por último, plasma un experimento realizado con un cuero que se hincha al recibir el vapor y luego se encoge al condensarse, lo que constituye un antecedente de la teoría actual de la combustión (desconocida en la época), ya que antes se confundía el fuego con la llama.

En palabras del profesor Nicolás García Tapia, autor del libro “Jerónimo de Ayanz y Beaumont, 1553-1613” (Universidad Pública de Navarra, 2010) “a pesar de algunos errores, propios de la ciencia de la época, se trata sin duda de un capítulo con un contenido audaz y avanzado en relación a su tiempo”. “Muchos principios científicos actuales se demuestran o están en camino de ello. —continúa—. Falta por descubrir los otros capítulos, pero se intuye un gran libro de ciencia, escrito por un técnico que se basa en sus propios experimentos, realizados con instrumentos inventados por él mismo, porque cree que ninguna filosofía es más cierta que la prueba, porque ella es la que nos satisface y convence a nuestras opiniones”.