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zoom Beatriz Pérez Braña, autora del proyecto de jardín vertical.

Beatriz Pérez Braña, autora del proyecto de jardín vertical.

Beatriz Pérez Braña (Madrid, 1985) se ha graduado en Ingeniería Agroalimentaria y del Medio Rural en la Universidad Pública de Navarra con un proyecto fin de grado en el que ha diseñado un jardín vertical para la fachada norte del edificio de la Biblioteca del campus de Arrosadia. El proyecto, que ha obtenido la calificación de matrícula de honor, ha sido dirigido por el profesor Miguel Ángel Campo Bescós, de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos (ETSIA) de la Universidad.

“En la actualidad vivimos en espacios urbanos que nos mantienen alejados por completo de la naturaleza y donde los jardines públicos son un reducto cada vez más escaso —afirma Beatriz Pérez—. Creo que los jardines verticales permiten aunar el urbanismo con el medio ambiente, creando espacios naturales en lugares que, de otro modo, permanecerían desnudos”.

Este tipo de instalaciones proporcionan algo más que una simple estética: “Actúan como aislantes térmicos, aumentan la eficiencia energética de los edificios y permiten un mayor mantenimiento del calor en invierno y una mayor refrigeración en verano, además de actuar como aislantes acústicos, ya que reducen hasta en 15 decibelios la contaminación sonora”, señala la autora del proyecto.

Para Beatriz Pérez, la lista de los beneficios de los jardines verticales no termina aquí: “Son, también, lugares de cobijo para la fauna y pequeños insectos y, si la selección de especies se hace con cabeza, pueden promover el mantenimiento de especies autóctonas. También se ha probado que su instalación en espacios de trabajo y hospitales proporciona a las personas una mayor sensación de bienestar y una reducción del estrés, una de las lacras silenciosas de nuestra sociedad”.

Un proyecto basado en siete aspectos

zoom Representación del jardín vertical en la fachada de la Biblioteca del campus de Arrosadia.

Representación del jardín vertical en la fachada de la Biblioteca del campus de Arrosadia.

Beatriz Pérez ha analizado siete aspectos básicos sobre los que estructurar el proyecto: la flora y la fauna del entorno de la Universidad, para conocer las especies de partida, con el objetivo final de crear un ecosistema completo; el soleamiento, necesario para conocer de qué forma incide la luz solar sobre la fachada y cómo varía en forma e intensidad a lo largo de las estaciones; la calidad de agua de riego, ya que todo el jardín se cultiva mediante el sistema hidropónico; el clima, para hacer una adecuada selección de especies que se adapten al entorno y a las condiciones ambientales en las que se van a desarrollar; alternativas de los diferentes sistemas de implantación de jardines verticales que existen hoy día en el mercado; la selección de especies, que ha priorizado las autóctonas o típicas de la Cordillera Cantábrica con nulo o escaso mantenimiento; y el sistema de riego, totalmente automatizado y diseñado de forma que pueda controlarse con un teléfono móvil o un ordenador.

Además de Miguel Ángel Campo Bescós, tutor del proyecto, Beatriz Pérez ha contado con la colaboración de otros dos profesores de la Universidad: María Jesús Vilas Carballo, que ha supervisado los planos del diseño, e Ignacio García Ruiz, que le ha ayudado en el estudio de soleamiento.

“Si las ciudades contaran con más instalaciones de este tipo, no habría tanta problemática con los elevados niveles de contaminación producidos por los vehículos —concluye Beatriz Pérez—. Al mismo tiempo, se lograría adaptar antiguas edificaciones a lo que, a mi entender, deberían ser las ciudades del futuro, más medioambientalmente sostenibles, e integrar “el campo” en ellas”.