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zoom Susana Aparicio Rosillo

Susana Aparicio Rosillo

Susana Aparicio Rosillo, historiadora y miembro del grupo de investigación José María Lacarra en la UPNA, ha estudiado en su tesis doctoral el complejo panorama nobiliario de finales del siglo XII en el territorio comprendido entre los Pirineos y el río Adour. “Se trata de un período que abarca desde la implantación efectiva del poder navarro en Ultrapuertos, a finales del siglo XII, hasta la llegada de los Evreux al trono navarro en 1328, que será el preludio de un enfrentamiento tan importante para esta zona como la Guerra de los Cien Años”.

Su investigación, “Navarra en la política de Gascuña. Análisis del complejo panorama nobiliario. Sus métodos de pervivencia y adaptación”, ha estado dirigida por Eloísa Ramírez Vaquero, catedrática de Historia Medieval y directora del Departamento de Geografía e Historia de la UPNA, y ha obtenido la calificación de Sobresaliente cum laude con Mención Doctora Europea.

En concreto, la tesis pretende esclarecer cuáles fueron los mecanismos de mantenimiento y adaptación de los representantes de la nobleza en un territorio de gran relevancia geoestratégica, donde confluían los intereses enfrentados de los reyes de Inglaterra y Francia, los monarcas navarros y las aspiraciones de castellanos y bearneses.

En cabeza de los grupos nobiliarios se encontraban las familias de la alta nobleza, cuya especial relevancia fue tenida en cuenta por las cancillerías de cada reino, independientemente de su adscripción política. “Los monarcas negociaron y buscaron repetidamente establecer alianzas duraderas con estas familias, como ocurrió en el caso de los monarcas navarros al asentarse en Ultrapuertos o en el de Alfonso X con Gastón de Béarn”, señala la autora de la investigación. A su vez, estos nobles aprovecharon su posición para cambiar de fidelidades a su voluntad, siempre orientados a obtener algún beneficio.

Los vizcondes de Béarn y Comminges, los condes de Armagnac y los señores de Albret y Foix se encontraban entre este grupo que, aunque no era muy extenso, manifestaba su poder sobre el territorio a través de su patrimonio y con su influencia suprarregional y la importancia de sus redes relacionales. “Estos grandes nobles gascones contaban con una gran repercusión y sus acciones mediatizaban en algunos casos la actuación de los propios monarcas. También sus redes parentelares excedían ampliamente el marco regional, generando lazos con familias del mismo o mayor nivel, orientados siempre a ampliar su importancia territorial”.

La pequeña y mediana nobleza

En un segundo bloque se encontraba la pequeña y mediana nobleza, de carácter netamente militar. “Se localiza en zonas muy concretas en las que el territorio estalla y se subdivide en pequeños señoríos, muy inestables y difíciles de controlar para las administraciones inglesa y Navarra, como prueban las constantes referencias a emisarios, arbitrajes, expropiaciones reales y concordias”.

Sin embargo, a pesar de contar con redes familiares limitadas y una relevancia de índole más local, Susana Aparicio señala que estos grupos “se revelaron como el motor del control ejercido por la administración navarra e inglesa por dos motivos: su orientación generalizada hacia la carrera militar —engrosando las filas de los ejércitos reales, buscando la obtención de rentas vitalicias— y el hecho de que poco a poco empezaron a ocupar cargos de importancia variable dentro de la estructura administrativa real, “no sólo en su marco regional de actuación sino más allá, por ejemplo en la Navarra peninsular”.

Dentro de este grupo estarían personajes como los señores de Mauleón, los Sault de Hasparren o los señores de Agramont, que contaban con una relevancia notable, pero también lo más modestos señores de Ezpeleta, Tardets o Belzunce. “Incluso en el escalafón más bajo nos podemos encontrar con pequeños señores de parroquias rurales, que contaban con escasas infraestructuras, como los Naguiturri de Hortza, y que intentaban medrar como los demás a través del servicio al rey”.

Principales características

A modo de conclusiones, Susana Aparicio destaca varias ideas. En primer lugar, que los comportamientos y redes tejidas por los grupos nobiliarios “están profundamente mediatizadas por su compleja situación política, a caballo entre las principales coronas de la Cristiandad. De hecho, se definen como un grupo social cohesionado sólo en momentos puntuales: frente a las amenazas externas o exigencias de los monarcas, como la recaudación de impuestos extraordinarios”.

En segundo lugar, cuidaban sus redes relacionales de políticas matrimoniales y alianzas: no existen lazos familiares entre los grupos nobiliarios de Ultrapuertos y la nobleza navarra, aunque no dudan en emparentar con familias de los territorios labourdinos adyacentes, de adscripción política distinta pero que responden más a su modelo de redes relacionales e intereses territoriales. “Además, hay que destacar la importancia que revestía para los grandes nobles la tutela que ejercían sobre determinados establecimientos religiosos de la zona, con el fin de conseguir un mayor control territorial”.

El servicio al monarca era también de gran importancia, tanto por el factor puramente militar como por los puestos que ejercían, cada vez con más asiduidad, dentro de los órganos de gestión del territorio.

Por último, la autora señala como punto de inflexión para estos cargos la llegada de la Casa de Champaña (comienzos del siglo XIII) y sobre todo la guerra de la Navarrería (1276), que “marca el ascenso progresivo de las familias al otro lado de los Pirineos en Navarra. De ese modo, adquirieron cada vez más importancia dentro de los cuadros navarros de decisión, siendo artífices de una cierta renovación nobiliaria en la Navarra peninsular”.

Susana Aparicio se licenció en Historia y Patrimonio Cultural en la Universidad de Deusto y ha obtenido su doctorado en Historia en la Universidad Pública de Navarra, donde integra el Grupo de Investigación José María Lacarra. Ha realizado estancias en la Université de Pau et des Pays del Adour y en el Laboratoire de Médiévistique Occidentale de Paris, Université Paris I-Sorbonne. Es coautora de media docena de publicaciones y ha participado como ponente invitada en numerosos congresos y seminarios nacionales e internacionales. Asimismo, ha trabajado en proyectos de gestión y tratamiento del patrimonio cultural y en diferentes excavaciones arqueológicas en Guipúzcoa.