El morir ha cambiado profundamente a lo largo del siglo pasado. Las personas fallecían en el domicilio y sus familias atendían sus necesidades. Sin embargo, hoy en día la mayor parte de las personas muere en un hospital. Hacer un retrato de esta situación y obtener información lo más precisa posible sobre la calidad de la atención en el proceso de morir, ha sido el objetivo de la tesis doctoral leída en la UPNA por Inés Osés Munárriz, médico intensivista en la UCI del Hospital de Navarra.
Su trabajo de investigación, “Análisis de la calidad de la atención al final de la vida en el Hospital de Navarra durante el año 2006”, ha estado dirigido por los doctores Koldo Martínez Urionabarrenetxea y Gregorio Tiberio López, del Departamento de Ciencias de la Salud, y ha recibido la calificación de Sobresaliente cum laude.
La base del estudio ha sido una encuesta realizada a familiares de pacientes fallecidos en el hospital durante un año y la muestra estuvo formada por 1037 pacientes. De ellos, se excluyó a menores de edad, a pacientes fallecidos por suicidio y a pacientes con ingresos menores de 48 horas, ya que “nos interesaba analizar el proceso del final de la vida y no únicamente el momento de la muerte”, explica esta doctora. Finalmente, de los 712 pacientes que cumplían los requisitos, se logró entrevistar a 327 familiares.
Los cuatro campos de actuación que se analizaban en el cuestionario eran el confort del paciente (tanto físico como emocional), la toma compartida de decisiones tras el proceso de información y análisis de las voluntades del paciente, la individualización del paciente y valoración del trato recibido (respeto, amabilidad, etc.) y el cuidado de los cuidadores (apoyo emocional percibido por la familia). Al mismo tiempo, se tenían en cuenta dos procesos que están presentes durante todo el tiempo de ingreso hospitalario: la información y educación de pacientes y familias y la coordinación y continuación del cuidado.
Puntos de mejora
Como conclusión global puede señalarse que “la atención al final de la vida en el Hospital de Navarra está bien valorada, aunque hemos identificado puntos de mejora”, señala Inés Osés. Así, se apunta “la calidad y cantidad de la información”, “la identificación de la persona que atiende al paciente” y que “parece necesario el uso de habitaciones individuales en esta fase final de la vida”. En ese contexto, la autora de la tesis considera conveniente “valorar el déficit de apoyo emocional detectado y la ausencia de calado social del llamado testamento vital o la cultura de las voluntades anticipadas”, por lo que cree “urgente la toma de medidas para subsanarlo”.
Del análisis de los datos recogidos en las encuestas a los familiares cabe destacar las siguientes conclusiones:
Los entrevistados valoran con una media de 7,91 sobre 10 la atención global al final de la vida. Las atenciones a las necesidades básicas de los pacientes y el trato respetuoso y amable se valoran de modo positivo en más del 90% de los casos. Uno de cada cinco entrevistados desconocía el nombre del médico responsable.
Hay un desconocimiento absoluto sobre las voluntades anticipadas: sólo un 6% de los pacientes manifestó a sus familiares qué querría o no al final de su vida.
La atención emocional al final de la vida se valora como inadecuada, con una media de 6,08 sobre 10, siendo esta valoración especialmente negativa entre los familiares de los pacientes oncológicos.
Por último, uno de cada cinco entrevistados afirma que nadie les explicó el tratamiento analgésico; el 12% lo consideró insuficiente y el 5%, excesivo.
Inés Osés Munárriz se licenció en medicina y cirugía por la Universidad de Navarra y en 1999 finalizó su formación como médico especialista en Medicina Intensiva en el Hospital de Navarra, donde desde entonces trabaja como especialista en la Unidad de Cuidados Intensivos. Es miembro del Comité de Ética Asistencial del Hospital de Navarra y compagina su labor profesional con la actividad docente como profesor clínico asociado de Medicina Intensiva de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra. Es coautora de una decena de comunicaciones publicadas en diferentes congresos, así como del Estudio de la calidad de la asistencia al moribundo en un hospital.