Dos profesores de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) han aplicado una herramienta de uso en la industria para analizar el riesgo del encierro de Pamplona. Dado que ese factor es inherente a la carrera ante los toros, los autores del estudio consideran que los organizadores del evento han potenciado “la mitigación de las consecuencias del riesgo, sobredimensionando la atención sanitaria” hasta el punto de que la probabilidad de necesitar todas las ambulancias que se despliegan diariamente a lo largo del recorrido es extremadamente pequeña si no se dan factores extraordinarios que rompan la normalidad de este espectáculo.
Fermín Mallor Giménez, catedrático del Departamento de Estadística e Investigación Operativa, y Javier Belloso Ezcurra, profesor del Departamento de Ingeniería Matemática e Informática y corredor de encierros, presentarán los resultados de este trabajo durante el 42º. Congreso de Investigación Operativa aplicada a los Servicios de Salud (ORAHS, Operational Research Applied to Health Services), que se desarrollará del 25 al 29 de julio en Pamplona. Esta cita internacional, que tendrá lugar en el edificio de El Sario del campus de Arrosadia en Pamplona, está organizada por el Grupo de Investigación Datos, Estadística, Calidad y Logística (Decyl) y el Instituto de Smart Cities (ambos, de la UPNA).
Los investigadores han estudiado los encierros de los últimos seis años (un total de 48 carreras) con el fin de identificar los riesgos existentes. “Básicamente, el riesgo afecta tanto a corredores como a toros, siendo las fuentes de este riesgo los astados, los mozos y el recorrido —explica Javier Belloso—. Respecto a los corredores, pueden sufrir heridas leves, como caídas, rasguños o roturas, o más graves, hasta el punto de llevarles a la muerte en algunos casos. Y los toros también se ponen en peligro, ya que padecen consecuencias físicas, como roturas de cuernos o pezuñas, además de ‘aprender’ durante la carrera si alguien los toca o si embisten a un corredor”.
El toro, el único riesgo
Los dos autores del estudio, miembros del grupo de investigación Decyl antes citado, han aplicado una herramienta de uso en ingeniería para gestionar planes de riesgo, denominada AMFE (Análisis Modal de Fallos y Efectos). “Con el control de riesgos, se persigue que el toro sea el único riesgo del encierro, de tal forma que a los corredores no les afecten otros elementos como el estado de las calles, la presencia de corredores sin las condiciones físicas adecuadas o si el propio mozo no se encuentra bien para correr —señala Fermín Mallor—. Mientras que, en un proceso industrial, se busca la minimización absoluta del riesgo, el riesgo cero, en el encierro esto es imposible, porque la esencia de esta carrera es, precisamente, el riesgo”.
Para ello, en la preparación y el control del encierro intervienen una serie de actores cuyo objetivo es eliminar los riesgos generados al margen de los toros, como los servicios de limpieza, los carpinteros que instalan el vallado, los agentes de policía, los dobladores y los pastores. “En el encierro, se acepta que existe el riesgo del toro con el corredor, por lo que los organizadores buscan una minimización total de las consecuencias de ese riesgo mediante la asistencia sanitaria —añade Fermín Mallor—. De ahí que el número de ambulancias disponibles esté sobredimensionado. Las probabilidades de necesitar todas las ambulancias son muy pequeñas, en el entorno de una entre 10.000, siempre que no haya eventos extraordinarios y la carrera evolucione de un modo ‘normal”.