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La Universidad Pública de Navarra (UPNA), con, entre otros, investigadores del Instituto IS-FOOD, y la sociedad pública Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentaria (INTIA), en el marco del proyecto LIFE-IP NAdapta-CC, han realizado un diagnóstico de los suelos agrícolas de Navarra en relación a indicadores de adaptabilidad en función de diferentes estrategias de manejo. En él, a partir de un estudio de vulnerabilidad edáfica, se ha evaluado el efecto de diferentes estrategias (agricultura de conservación, rotaciones, uso de enmiendas orgánicas y mejora de la gestión de los pastizales) sobre los indicadores de adaptabilidad a los cambios climáticos esperados en la Comunidad Foral, y relacionados con las principales características de vulnerabilidad de los suelos.

El estudio llevado a cabo corresponde a la acción C4.1 “Optimizar la adaptabilidad de los agrosistemas al cambio climático mediante estrategias de gestión del suelo, la materia orgánica y los cultivos”. Uno de los objetivos de esta acción es promover un plan de gestión resiliente de suelos para la optimización de la adaptabilidad de los agrosistemas al cambio climático a través de estrategias de gestión de suelos, adaptadas a Navarra.

zoom Investigadores UPNA participantes

Investigadores de la UPNA implicados en este proyecto. De izq. a dcha.: Rodrigo Antón Sobejano (IS-FOOD), Alberto Enrique Martín (IS-FOOD), Francisco Javier Arricibita Videgáin, Íñigo Virto Quecedo (IS-FOOD) e Isabel de Soto García (IS-FOOD).

División en doce zonas

Así, en la primera fase del proyecto se diseñó un sistema de zonificación para dividir Navarra en doce zonas con un comportamiento homogéneo para el desarrollo agrícola. Después, basándose en los principales impactos climáticos detectados en la Comunidad Foral para los próximos años y las propiedades edáficas intrínsecas relacionadas con ellos, se identificaron indicadores de resiliencia. Estos indicadores incluyen principalmente aspectos relacionados con la materia orgánica y el estado físico del suelo.

En una tercera fase, se definió una red de parcelas para caracterizar el uso agrícola de Navarra, en la que se seleccionaron parcelas en producción bajo manejo convencional para definir una línea base de vulnerabilidad en la Comunidad Foral, y parcelas bajo manejos considerados “adaptativos”. En este caso, el manejo adaptativo o “resiliente” propuesto, basado en la Hoja de Ruta del Cambio Climático para Navarra (KLINA), incluye la rotación de cultivos, la agricultura de conservación, el uso de enmiendas orgánicas para la fertilización y el manejo optimizado de pastos y praderas. Al mismo tiempo, se estableció una serie de parcelas de demostración en las que se están probando estas mismas prácticas de gestión. 

Una vez definida esta red, se definió una estrategia de muestreo para definir el estado de los indicadores elegidos en función de la gestión aplicada (convencional o “adaptativa”) en cada una de las diferentes zonas establecidas, y en grupos de parcelas sobre unidades de suelo comparables. Para ello se realizó un muestreo sistemático del suelo en las tres parcelas de demostración y en 148 parcelas de producción real. 

Seguimiento de la adaptabilidad al cambio climático de agrosistemas

Los resultados obtenidos en este trabajo permitieron determinar, por primera vez en Navarra de forma sistemática y cuantitativa, dos aspectos básicos para el seguimiento de la adaptabilidad al cambio climático de los agrosistemas considerados. Por un lado, se pudo establecer una línea base (correspondiente a los niveles observados en las parcelas manejadas convencionalmente) para las diferentes zonas y tipos de suelo. Por otro lado, fue posible determinar, para cada estrategia considerada, el efecto neto sobre los indicadores de interés en parcelas de producción reales.

En resumen, los datos indicaron que el efecto de la gestión adaptativa en las distintas zonas es variable en función del tipo de gestión, la zona y los indicadores considerados. En general, se observó que las ganancias de C orgánico en el horizonte superficial de los suelos agrícolas fueron más evidentes con los aportes externos, o están moduladas por el clima en la agricultura de conservación. Estas ganancias no se corresponden necesariamente con cambios en otros parámetros, como la retención de agua, lo que pone de manifiesto la necesidad de comprender la complejidad de las interrelaciones entre los diferentes aspectos de la gestión, y entre las diferentes propiedades del suelo, a escala regional. 
    

Asimismo, los resultados observados en cuanto a la retención de agua disponible por las plantas ponen de manifiesto que las posibles diferencias en este aspecto inducidas por los distintos manejos que facilitan el almacenamiento de C orgánico pueden ser efímeras en las prácticas de cultivo convencionales. 
    

Por lo tanto, en Navarra, se puede entender que las estrategias consideradas pueden tener un efecto positivo en relación con la adaptación, desde el punto de vista de las propiedades del suelo. Este efecto, sin embargo, está modulado por otros factores. Es necesario tener en cuenta las características de los agrosistemas a escala regional, para considerar las ventajas y posibles limitaciones de cada uno de ellos, con el fin de avanzar hacia un diagnóstico y asesoramiento para cada tipo de explotación. Este es el objetivo de las siguientes fases de esta acción.