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zoom Los investigadores de la UPNA autores de la investigación: Carlos Miranda (izq.) y Jorge Urrestarazu.

Los investigadores de la UPNA autores de la investigación: Carlos Miranda (izq.) y Jorge Urrestarazu.

Investigadores de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) han participado en un proyecto internacional que, por primera vez, ha identificado genéticamente de forma conjunta 2.400 variedades de manzano conservadas en Europa. Esta diversidad está relacionada con el origen geográfico, por lo que el material genético de esta especie se distribuye en tres grandes poblaciones: Noreste, Oeste y Sur del Viejo Continente, según han constatado los autores del estudio.

Los investigadores de la UPNA que han participado en este proyecto son Carlos Miranda Jiménez y Jorge Urrestarazu Vidart, adscritos al Departamento de Producción Agraria y miembros del grupo de investigación de Fruticultura y Viticultura Avanzadas de esta institución.

“El nivel de diversidad genética existente en el manzano de Europa era un hecho que se desconocía, ya que los estudios llevados a cabo hasta el momento se habían desarrollado a escala regional o, en algunos contados casos, a nivel nacional”, explica el doctor en Ingeniería Agronómica Jorge Urrestarazu, primer autor de este trabajo de investigación que se ha publicado en la revista científica “BMC Plant Biology”.

Causas de la diversidad de los manzanos

Durante este proyecto europeo (FruitBreedomics), liderado por una entidad gala, el INRA (Instituto Nacional de Investigación Agronómica, por sus siglas en francés), se han estudiado, a través de un conjunto común de marcadores moleculares, más de 2.400 variedades conservadas en diez países del Viejo Continente (Bélgica, España, Finlandia, Francia, Italia, Reino Unido, República Checa, Rusia, Suiza y Suecia), más Kirguistán. El análisis, en el que han participado instituciones de quince Estados, ha puesto de manifiesto “la gran diversidad del material conservado en esta especie en Europa”.

Sobre la distribución de la diversidad genética en Europa en tres regiones (Noreste, Oeste y Sur), este investigador considera que este hecho “refleja muy posiblemente fenómenos de adaptación a condiciones ambientales muy diferentes”. “Además, el análisis interno de las poblaciones mencionadas permitió identificar que la del Sur de Europa estaba compuesta por tres subpoblaciones; una de ellas, asociada claramente con material procedente del Noreste español”, añade Urrestarazu.

Los investigadores de la UPNA han participado también en otro proyecto, financiado por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) en colaboración con otros cinco centros de investigación españoles, para evaluar la práctica totalidad del manzano conservado a nivel nacional. “En este caso, se ha constatado también la gran diversidad del manzano conservado en España —indica Urrestarazu—, y el que una parte importante de las variedades españolas constituyen un patrimonio genético claramente diferenciado del de otros orígenes”.

Banco de Germoplasma de manzanos

Para sus investigaciones, la UPNA posee un Banco de Germoplasma, que conserva más de 400 accesiones o entradas de manzano. El material originario se recolectó, sobre todo, en la Navarra Húmeda del Noroeste, Tierra Estella (sierras de Urbasa y Andía), valles pirenaicos de Erro, Salazar y Aezkoa, cuencas prepirenaicas de Pamplona y Lumbier y otras zonas del Norte.

“La creación y el mantenimiento de bancos de germoplasma ayuda a luchar contra la erosión genética, término que, en sentido amplio, hace referencia a la pérdida de variedades de una determinada especie, lo que se traduce en una reducción del fondo genético de la especie en cuestión —señala Jorge Urrestarazu—. Este hecho es particularmente relevante en especies como el manzano, cuya producción actual se basa en un número muy limitado de variedades altamente emparentadas, lo que representa una base genética muy estrecha. A modo de ejemplo, se puede mencionar el caso de la Unión Europea, donde el 50% de la producción se alcanza con solo cuatro variedades: ’Golden Delicious’, ‘Gala’, ‘Red Delicious’ e ‘Idared’. Esto significa, sin duda, una pérdida importante de flexibilidad en la adaptación a nuevos escenarios”.

En este sentido, la conservación en bancos de germoplasma de las variedades tradicionales, en las que “se basaba la producción del pasado, y su estudio en profundidad son pasos cruciales en la mejora de la especie, ya que permitirá identificar qué genes controlan la variación de los principales caracteres de interés agronómico y así, a medio plazo, se podrá incluir, en los programas de mejora de la especie, aquellas variedades que contengan variantes genéticas favorables para satisfacer las necesidades de productores y consumidores”, concluye Jorge Urrestarazu.