Salta al contenido principal

Codés Sanz González (Pamplona, 2001), graduada en la primera promoción del grado en Psicología de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), ha obtenido el puesto 58 en el último examen de Psicólogo Interno Residente (PIR). Gracias a este resultado, logrado tras año y medio de preparación, iniciará en junio su residencia de cuatro años en la Unidad Docente Multiprofesional de Salud Mental de Navarra, su primera opción, lo que le permitirá convertirse en psicóloga especialista en psicología clínica (PEPC).

La última convocatoria del examen PIR ofertó 274 plazas para 3.954 aspirantes. Con un temario abierto —lo que implica que pueden formularse preguntas sobre cualquier contenido relacionado con la psicología—, el proceso exige un alto nivel de dedicación. En esta convocatoria, además, el examen incluyó numerosas preguntas fuera de los manuales comúnmente utilizados, lo que, a juicio de la candidata, pone de relieve la necesidad de establecer un temario oficial y cerrado.

zoom Codés Sanz González, graduada en Psicología por la UPNA.

Codés Sanz González, graduada en Psicología por la UPNA.

“La preparación para el PIR ha sido el reto más exigente al que me he enfrentado hasta ahora”, afirma. Durante este tiempo, estudió una media de siete horas diarias, sin dejar de lado el deporte, la lectura ni sus relaciones personales. “Tuve que cambiar mi forma de estudiar y asumir que soy mucho más que un examen. El apoyo de mi familia ha sido esencial, tanto como las horas de dedicación”, añade.

Tras finalizar el grado en 2023, Codés Sanz comenzó su preparación con un curso intensivo “online” de siete meses en una academia especializada. Posteriormente, y tras presentarse por primera vez al examen, continuó con una formación de once meses más en la misma academia, también de forma no presencial. En total, ha dedicado aproximadamente año y medio al estudio de las materias del PIR.

Prácticas durante la carrera

El interés de Codés Sanz por la psicología clínica surgió durante su último año de grado, a raíz de sus prácticas en el programa de Primeros Episodios Psicóticos (PEP), donde pudo conocer de primera mano el modelo de formación sanitaria especializada. “La residencia que voy a realizar ofrece una formación supervisada, remunerada y en rotación por diferentes dispositivos de salud mental. Eso permite ganar conocimientos, habilidades psicoterapéuticas y autonomía, dentro de un enfoque de trabajo multidisciplinar”, comenta. 

Respecto a su motivación profesional, señala que, desde el inicio de su formación, tuvo claro su deseo de dedicarse a la psicoterapia y a la atención directa en salud mental. “La parte que más me gusta de la psicología es la que está en contacto con las personas para ponerse al servicio de su salud mental —señala—. Mi decisión de hacerlo desde la psicología clínica es también una postura política: creo en una salud pública de calidad y, en particular, en una salud mental pública que garantice el acceso a todas las personas. Aumentar las plazas PIR y PEPC es clave para atender con dignidad a quienes lo necesitan, sin que la salud mental y la psicoterapia sean un privilegio para quienes puedan pagarlas”.

Sobre la formación recibida en la UPNA, considera que el grado le proporcionó una buena base conceptual y que contó con profesorado implicado. A partir de esta base, la preparación del examen le obligó, según explica, a repasar todos los contenidos de la titulación, a profundizar en ellos y, sobre todo, a integrarlos en una visión global de la disciplina: “Durante la carrera, se estudian materias por separado. Para el PIR, en cambio, es necesario comprender cómo se relacionan entre sí todos los conocimientos”, indica.