Salta al contenido principal

Un estudio elaborado por el Instituto de Innovación y Sostenibilidad en la Cadena Agroalimentaria (IS-FOOD) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) para el Banco de Alimentos de Navarra (BAN) ha analizado el beneficio medioambiental que supone la reducción del desperdicio de comida fruto de la actividad de la entidad solidaria. En concreto, el estudio indica que en los años 2018 y 2019 se evitaron las emisiones de 4.568 y 4.157 t de CO2 equivalente (CO2e, unidad de medida para exponer los resultados de las emisiones de gases de efecto invernadero), cifra muy superior a las emisiones producidas por la actividad del BAN, que fueron de 147 y 148 CO2e, respectivamente. 

zoom presentación informe Banco de Alimentos

De izq. a dcha: Joaquín Fernández Eraso, presidente del Banco de Alimentos de Navarra; María José Beriáin Apesteguía, director del IS-FOOD, y Maite Martínez Aldaya, investigadora del IS-FOOD y coautora del informe.

El estudio, realizado por las investigadoras Maite Martínez Aldaya, Beatriz Soret Lafraya y Alejandra Armijos Piedra bajo el título “La huella de carbono de las actividades del Banco de Alimentos de Navarra”, detalla la procedencia de las emisiones de gases de efecto invernadero de la entidad, explicando que  “las emisiones indirectas (transporte de mercancías de los donantes al BAN, transporte de entrega de alimentos a entidades sociales o desplazamientos de voluntarios, entre otras), con 121 toneladas de CO2e, representan el 82% de las emisiones totales”. Más en detalle, estas emisiones están asociadas “fundamentalmente al transporte de alimentos (60%), y en menor medida al desplazamiento de voluntarios y personal contratado (36%) y la adquisición de productos y servicios por el BAN (3%)”, desgrana el estudio. 

La investigación señala, asimismo, que la acción de la Fundación Banco de Alimentos de Navarra “evita el despilfarro de una buena parte de los alimentos que gestiona” y que, sin ella, “se emitiría un conjunto de gases de efecto invernadero como consecuencia de la gestión o eliminación de los residuos, en su mayor parte orgánicos, que los productos que no se aprovechan generarían”, además de las emisiones por la producción adicional de alimentos que serían necesarios para que los beneficiarios se alimenten en ausencia del Banco.

Al acto de presentación del informe han acudido, por parte del Gobierno de Navarra, Itziar Gómez López, consejera de Desarrollo Rural y Medio Ambiente; Ana Burusco Juandeaburre, directora general de Universidad, y Andrés Carbonero Martínez, director general de Protección Social y Cooperación al Desarrollo. También han estado presentes Amaya Larraya Marco, alcaldesa del valle de Egüés, y representantes de la “Fundación laCaixa”, entre otras entidades colaboradoras con el estudio. 

El IS-FOOD, contra el desperdicio de alimentos

El IS-FOOD busca producir, innovar y promover alimentos seguros, sostenibles y saludables a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde la producción de materias primas hasta el consumidor, incluyendo todas las etapas intermedias, basándose en la exigencia de utilizar sistemas productivos respetuosos con el medio ambiente. Las líneas de investigación del instituto constan de tres grandes ejes: el reto de la alimentación humana en el siglo XXI, la producción sostenible y la calidad de los alimentos, y la innovación agroalimentaria.

“Estamos muy agradecidos al BAN por realizar esta iniciativa útil para fomentar la reducción de las emisiones de GEI y mostrar los beneficios ambientales asociados a la reducción del desperdicio alimentario con el fin de promover un consumo más responsable y dar pasos hacia un sistema alimentario más sostenible. Con actuaciones como ésta la Universidad Pública de Navarra desarrolla su compromiso con el progreso sostenible de su entorno, tal y como recoge su Plan Estratégico y en consonancia con iniciativas nacionales e internacionales”, detalla María José Beriáin Apesteguía, directora del IS-FOOD.

Banco de Alimentos de Navarra 

El Banco de Alimentos de Navarra (BAN) es una Fundación, con 25 años de experiencia, que desarrolla un papel clave en la recuperación de alimentos que de otra forma se desperdiciarían, así como en su intermediación para que lleguen de manera gratuita a las personas más desfavorecidas de nuestra comunidad. 

La huella de carbono de una organización mide las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) liberadas a la atmósfera derivadas de todas las actividades de la misma. En torno al 70 % de los alimentos gestionados por el BAN, 2.434 toneladas en 2019, corresponden con el aprovechamiento de alimentos desechables, en vías de caducidad y/o defectuosamente envasados, que de otra manera serían desperdiciados bien como residuos a vertederos, tratamientos de compostaje, incineración, etc… lo que daría lugar a procesos contaminantes que generan emisiones de GEI.