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zoom Los filólogos Juan Karlos Lopez-Mugartza (dcha.) y Mikel Belasko, en el campus de la UPNA.

Los filólogos Juan Karlos Lopez-Mugartza (dcha.) y Mikel Belasko, en el campus de la UPNA.

El filólogo Juan Karlos Lopez-Mugartza Iriarte, profesor e investigador de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y presidente de la Sociedad Vasca de Onomástica, ha participado en un estudio colectivo sobre los topónimos de raíz prerromana de Andorra, impulsado por el Gobierno del principado, y en el que también ha tomado parte el filólogo Mikel Belasko Ortega, secretario de la Sociedad Vasca de Onomástica y, en el momento del informe, investigador de la institución académica navarra. Según dicho trabajo, menos del 10% de los nombres de lugar de dicho país pueden considerarse, presuntamente, de raíz prelatina, en algunos casos, vinculados con el euskera. Entre los objetivos de esta investigación, destaca evaluar “una antigua eventual continuidad lingüística pirenaica”.

Dichas conclusiones se recogen en el libro “Anàlisi fisiogràfica de topònims andorrans d’arrel preromana. Una visió propera i tècnica del territori a través dels noms de lloc” (“Análisis fisiográfico de topónimos andorranos de raíz prerromana. Una visión cercana y técnica del territorio a través de los nombres de lugar”). Esta obra es fruto de un trabajo interdisciplinario coordinado por Xavier Planas Batlle, geólogo y técnico de riesgos naturales en el Ministerio de Ordenación del Territorio del Gobierno de Andorra, y que ha contado con la participación de Carles Gascón Chopo, historiador y técnico de patrimonio cultural del Consejo Comarcal del Alt Urgell (Cataluña), además de los ya citados Juan Karlos Lopez-Mugartza y Mikel Belasco. El estudio, que también recibió el asesoramiento de Albert Turull Rubinat (filólogo y profesor de la Universidad de Lleida), se enmarca dentro de la ayuda Lídia Armengol Vila, destinada a proyectos de investigación y transferencia de temática andorrana del Gobierno del principado.

El libro aborda el estudio de nombres de lugar a partir de una metodología multidisciplinar que se basa en el análisis comparativo fisiográfico (de geografía física) (paisajístico, geológico, etc.), el conocimiento histórico y lingüístico del territorio y la comparación con el euskera. Dicho enfoque desde varias disciplinas es poco habitual, porque se suele realizar el estudio desde un ámbito científico concreto y no abarcando la geografía, la historia y la filología.

La obra explora, principalmente mediante comparaciones paisajísticas, parajes con nombres de los que se sospecha que podrían tener el origen en una lengua prelatina. “El objetivo del trabajo es detectar la existencia de características y/o procesos coincidentes entre lugares con designaciones iguales o similares para establecer proposiciones sobre posibles valores de significación de sus topónimos. Este análisis es completado con el estudio lingüístico e histórico de los nombres tratados y también con su comparación con el euskera para evaluar una antigua eventual continuidad lingüística pirenaica”, explica Juan Karlos Lopez-Mugartza.

Topónimos “vascoides”

De las más de 4.200 entradas del Nomenclator Oficial de Andorra, los nombres de lugar que pueden considerarse, presuntamente, de raíz prelatina son menos del 10%. El equipo investigador propone, en algunos casos, orígenes indoeuropeos —como Canillo, Bartra y Seig— o “vascoides” —por ejemplo: l’Hortó, que relacionan con el euskera lurte (deslizamiento); Rat, con harrate (puerto de montaña) o Baser, con batxa- (precipicio), que “inevitablemente trae a la memoria al dios jabalí, Baeserte deo, de Aquitania”, según Juan Karlos Lopez-Mugartza–. En otros, como Arcalís, Anyós y Bixessarri, los autores han detectado un cierto aspecto eusquérico, pero advierten de que, desde esta lengua, tampoco son de interpretación evidente.

Otro topónimo relevante analizado es el mismo nombre Andorra. Para este caso, los autores del trabajo apuntan una posible explicación desde la geografía física relacionado con “fuente” (hoy en día representado por el topónimo catalán Escaldes). Existe Andurra en Navarra (Nardués, Urraúl Bajo y Sansoáin), Andorra en Teruel. Iturrandur es nombre de fuente en Cirauqui y en Arróniz, siempre interpretado como fuente de poca agua. Esta realidad no casa bien con el caso andorrano, ya que allí las fuentes son generosas. Con todo, para estos investigadores, fundamenta y apoya esta hipótesis la coincidencia también de manantiales importantes (en este caso, termales o sulfurosos, que conviene considerar como “un aspecto geográficamente muy significativo y facilitador para el poblamiento en el contexto de la prehistoria”) en lugares con topónimos del tipo Dorres, Dòrria, Durro, Lladorre o Norra (en Taüll).