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zoom Investigadores en el viñedo de la Finca de Prácticas y de Investigación Agrícola de la UPNA. De izq. a dcha.: Oihane Oneka, Jorge Urrestarazu, Gonzaga Santesteban, Bernardo Royo y Blanca Mayor.

Investigadores en el viñedo de la Finca de Prácticas y de Investigación Agrícola de la UPNA. De izq. a dcha.: Oihane Oneka, Jorge Urrestarazu, Gonzaga Santesteban, Bernardo Royo y Blanca Mayor.

El grupo de investigación en Fruticultura y Viticultura Avanzadas de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) ha iniciado un proyecto para identificar y recopilar variedades y biotipos de vid cultivados antiguamente en la Cuenca de Pamplona. Enriquecer la oferta vitivinícola de la Comunidad Foral sería el objetivo final de una iniciativa que, si es exitosa, podría contribuir a la reintroducción del cultivo en esta zona. Por ello, los investigadores buscan la colaboración ciudadana para localizar plantas de vid, que hayan sobrevivido en terrenos sin cultivar, lindes entre parcelas y orillas de caminos, acequias y arroyos. Una vez localizadas, se identificarán genéticamente y se elaborará un plan de conservación y multiplicación.

Los investigadores necesitan, para su labor de prospección, la ayuda de personas que conozcan los terrenos de las diversas localidades de la Cuenca de Pamplona, y que puedan identificar plantas de vid en ellos. Cuando se localice una planta que haya sobrevivido a los cambios en el uso del suelo, se geoposicionará y se registrarán sus características. De aquellas que se encuentren en buen estado, se tomarán muestras para su identificación genética y su posterior conservación en el Banco de Germoplasma de la UPNA. Las personas interesadas en colaborar en esta iniciativa pueden ponerse en contacto con los investigadores en el correo electrónico cepasdelacuenca@gmail.com o en el teléfono 620168759.

Pamplona, antiguo centro vitícola

zoom Comparación de la superficie ocupada por viñedo en Navarra: a la izquierda, en 1956 y, a la derecha, en 2012. Mapa elaborado por el grupo de investigación en Fruticultura y Viticultura Avanzadas de la UPNA a partir de los Mapas de Usos del Suelo suministrados por el Servicio Navarro de Información Territorial (SITNA).

Comparación de la superficie ocupada por viñedo en Navarra: a la izquierda, en 1956 y, a la derecha, en 2012. Mapa elaborado por el grupo de investigación en Fruticultura y Viticultura Avanzadas de la UPNA a partir de los Mapas de Usos del Suelo suministrados por el Servicio Navarro de Información Territorial (SITNA).

“Durante siglos, la vid ha constituido una de las más importantes, cuando no la principal riqueza agrícola de las Cuencas Prepirenaicas de Navarra, incluida la capital del Reino —explica el investigador Bernardo Royo, profesor del Departamento de Producción Agraria—. Pamplona, antaño, era un importante centro vitícola, en donde se calcula que, en otros tiempos, llegó a haber hasta 2.000 labradores que vivían de su cultivo y, en la mayor parte de las cendeas de la Cuenca, el viñedo constituía uno de los elementos básicos de la economía rural. Por ejemplo, en el Valle de Aranguren, el viñedo representaba en 1985 el 8,3% de la superficie cultivada. En cualquier caso, todos los pueblos de la Cuenca poseían viñas y la mayor parte de ellos cultivaban una superficie suficiente como para abastecer su propio consumo de vino”.

En “un declive que no ha cesado hasta nuestros días”, tal como constatan los investigadores, la vid fue cediendo terreno a otros cultivos, sobre todo, desde la aparición, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, de las enfermedades del oídio y mildiu y, sobre todo, de la plaga de la filoxera al final de aquella centuria. “En la Cuenca de Pamplona, se fue instaurando de forma progresiva una agricultura basada más en el cereal, cultivo que encontró en la climatología de esta zona condiciones muy favorables para ofrecer grandes rendimientos”, apunta Gonzaga Santesteban, con el que colaboran los investigadores Bernardo Royo, Jorge Urrestarazu y Blanca Mayor, así como la estudiante del grado en Ingeniería Agroalimentaria y del Medio Rural Oihane Oneka.

A la reducción de la superficie del cultivo contribuyó además el desarrollo industrial y los cambios demográficos, de mentalidad y en los modos de producción agropecuaria en el siglo XX, sobre todo, desde la década de los 50. “Hoy en día, el número de viñas en plantaciones regulares, si se exceptúan las de Bodegas Otazu en Echauri, es muy pequeño, aunque todavía persisten e, incluso, se han plantado recientemente algunas viñas en los carasoles de muchas localidades y, particularmente, en Ansoáin, Aoiz, Artaiz, Belascoáin, Echarri, Bidaurreta, Ciriza, Induráin, Ilzarbe, Imárcoain, Guesálaz y Subiza, entre otras”, añade Gonzaga Santesteban.

Los investigadores están convencidos de poder rescatar buena parte del patrimonio genético del viñedo del que se dispuso en el pasado. “Recuperar las formas y variedades que antiguamente se cultivaban en esta zona contribuiría a enriquecer el panorama y la oferta vitivinícola de nuestra tierra, además de ser una obligación desde el punto de vista cultural —señala Gonzaga Santesteban—. También hay que tener en cuenta que los efectos del cambio climático que actualmente se perciben seguramente provocarán unas condiciones más favorables para el cultivo de la vid en esta zona, al permitir una mejor maduración”.