La transformación de tierras de secano a regadío supone un auténtico “cambio climático” en las zonas donde se desarrolla. El cambio de condiciones de humedad en los suelos agrícolas puede tener consecuencias en su funcionamiento, especialmente, en relación a los ciclos del carbono y los nutrientes. Este cambio ha supuesto en Navarra, de manera general, un incremento del contenido de carbono orgánico en el suelo, un elemento químico cuyos efectos más directos son la captura del CO2 atmosférico, lo que contribuye a luchar contra el efecto invernadero, y un incremento de la materia orgánica, que redunda en una mejora de la calidad del suelo. Sin embargo, este efecto viene acompañado de una aceleración de la dinámica de descomposición de la materia orgánica, de manera que el incremento en rendimientos no se traduce automáticamente en un aumento del secuestro de carbono.
Esta es una de las conclusiones de la tesis doctoral defendida en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) por el ingeniero agrónomo Marcos Apesteguia Barberena (Pamplona, 1982), que le ha supuesto la máxima calificación de sobresaliente “cum laude”.
Tierras de cultivo de Navarra
Apesteguia se propuso en su tesis estudiar “la dinámica de la estabilización de la materia orgánica en los suelos más característicos de las tierras de cultivo de Navarra y el Valle del Ebro, ya que desempeña un papel fundamental en la calidad del suelo y en el ciclo global del carbono”. La materia orgánica, que es el producto de la descomposición química de residuos de plantas y de las excreciones de animales y microorganismos, juega un importante papel en las propiedades de los suelos. Además, cumple tres funciones: biológicas, como proporcionar energía y nutrientes para los procesos biológicos de las plantas; físicas, ya que influye en la retención de agua o en las propiedades térmicas; y químicas, al contribuir al reciclado de nutrientes y participar en el ciclo terrestre del carbono.
Para ello, el autor de la tesis, que sido dirigida por Iñigo Virto Quecedo (profesor contratado doctor en el Departamento de Ciencias del Medio Natural de la UPNA) y Luis Orcaray Echeverría (doctor en Ingenería Agronómica por la UPNA y técnico en el Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentarias-INTIA), ha analizado tanto la transformación a regadío de tierras de secano como los mecanismos y los procesos que regulan el funcionamiento y la dinámica de la materia orgánica en los suelos carbonatados de zonas semiáridas mediterráneas. Ambos aspectos son de relevancia por sus efectos sobre la calidad del suelo y han sido objeto de “pocos estudios científicos”.
En concreto, Apesteguia monitorizó en diversos suelos de Navarra su transformación de secano a regadío ocurrida cinco, siete y nueve años atrás. “De manera general, supuso un incremento del contenido de carbono orgánico en el suelo, hecho que tiene dos efectos principales —explica Apesteguia—. El más directo supone una captura del CO2 atmosférico en el suelo, lo que permite mitigar el efecto invernadero. El segundo implica un incremento de la materia orgánica del suelo. Por lo tanto, mejora su calidad, ya que la materia orgánica tiene influencia en procesos físicos, químicos y biológicos del suelo”.
Además, en colaboración con Alain Plante (Universidad de Pensilvania, Estados Unidos) y Douglas Karlen (Laboratorio Nacional de Agricultura y Medio Ambiente del Departamento de Agricultura de Estados Unidos), se estudiaron en detalle los mecanismos de protección física de la materia orgánica en estos suelos y las consecuencias que el manejo puede tener en la calidad del suelo en sistemas de regadío. Para ello, se utilizaron técnicas de análisis térmico y se aplicó, por primera vez, la herramienta desarrollada por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos para la evaluación de la calidad de suelos agrícolas (Soil Management Assessment Framework, SMAF) en suelos de estas características.
Secuestro de carbono
Los resultados observados fueron variables. Por ejemplo, la estimación de una de las zonas de regadío objeto de estudio a partir de la parcela contigua de secano arrojó un secuestro de carbono de casi 20 toneladas por hectárea durante siete años en los primeros 20 centímetros del suelo. Sin embargo, “la magnitud del incremento en el contenido del carbono orgánico en el suelo varió en función de las condiciones edafo-climáticas y del manejo agrícola”.
A ello se suma que “las propiedades del suelo fueron el principal factor condicionante del almacenamiento de materia orgánica tras la puesta en regadío”, después del estudio de diversos factores (edáficos, climáticos y de manejo agrícola).
Breve currículum
Marcos Apesteguia Barberena se tituló como ingeniero agrónomo en la UPNA y, posteriormente, cursó el Máster en Gestión de Suelos y Aguas en la Universidad de Lleida. Desde 2012, trabaja como técnico en asesoramiento a empresas y explotaciones agrícolas en el Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentarias (INTIA). Previamente, trabajó en el Instituto Técnico y de Gestión Agrícola (ITG), Tracasa y Namainsa (Navarra de Medio Ambiente Industrial).
Además, ha participado en dos proyectos de investigación, ha publicado tres artículos en revistas especializadas, ha presentado cuatro comunicaciones en congresos nacionales e internacionales y ha realizado una estancia en la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos).