

Los ponentes Esteban Gorostiaga (izda), Fernando Rodríguez, Mikel Izquierdo, Leocadio Rodríguez y Elena Andradas junto a la periodista y moderadora Amaia Madinabeitia.
Los ponentes insistieron en que una actividad física de intensidad ligera es suficiente para que nuestra salud se beneficie de ella. Esteban Gorostiaga, director del Centro de Estudios, Investigación y Medicina del Deporte del Gobierno de Navarra, recomendó caminar 60 minutos al día y, dos días a la semana, realizar 30 minutos de ejercicios de fuerza. “En los últimos 30 años ha habido un desarrollo espectacular y numerosas investigaciones han demostrado los beneficios del ejercicio físico, bien realizado, para el tratamiento de enfermedades y para su prevención”, indicó. Entre ellas, citó no sólo enfermedades cardiovasculares y crónicas como la diabetes sino el riesgo de cáncer de mama, de depresión, de atrofia, etc.
En ese contexto, señaló que Navarra parte de una situación muy favorable por tres motivos: Ya hay muchos profesionales en el ámbito sanitario y en las universidades que han estudiado y han hecho investigación, “un capital humano muy importante, interconectado y que sabe qué debe hacerse”; se ha puesto además en marcha un plan piloto con pacientes con cardiopatías o enfermedades cardiovasculares a los que se trata mediante ejercicio físico, fuera de los hospitales, con monitores formados; y el ejercicio físico va a ser la línea prioritaria en el Plan de Salud. En ese aspecto, Mikel Izquierdo insistió en que “se sabe qué hay que hacer; se podría hacer con poco esfuerzo y poco dinero, pero falta liderazgo, que alguien asuma el liderazgo e impulse las actuaciones”.
El catedrático de Medicina y catedrático de Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Rodríguez Artalejo, inició su intervención con dos recomendaciones para vivir mejor: no fumar y hacer actividad física. Puso de manifiesto que la falta de actividad física es la raíz de muchas desigualdades de salud. “Donde más desigualdades sociales existen es en la obesidad: cuando más bajo es el nivel de renta y el nivel educativo, más alta es la obesidad. Y algo similar ocurre con la actividad física: cuanto menor renta y nivel educativo, menos actividad física se hace en el tiempo de ocio. Esto es injusto porque produce desigualdades en el estado de salud”. Abogó por incorporar la actividad física de intensidad ligera a la rutina diaria y por actuaciones en todos los niveles, “por ejemplo, en el medio ambiente, para que a los pacientes les sea más fácil hacer ejercicio”.
Longevidad y ejercicio
En su turno de intervención, Leocadio Rodríguez Mañas, jefe del Servicio de Geriatria del Hospital Universitario de Getafe, se centró en la actividad física en los ancianos y recalcó que “envejecimiento no es sinónimo de discapacidad. Existe un envejecimiento libre de discapacidad y ese es el objetivo de los países desarrollados”. Recordó estudios como el realizado recientemente por Mikel Izquierdo con nonagenarios, que en doce semanas de entrenamiento específico mejoraron notablemente su fuerza, potencia y masa muscular, así como su capacidad funcional. “Lo que de verdad compromete la calidad de vida es la capacidad funcional, aspecto central de la fragilidad —indicó—. ¿Qué evita ese riesgo de discapacidad que es la fragilidad? El ejercicio físico. La nutrición ayuda, pero sólo un poco; en ancianos, la práctica de ejercicio es lo que evita la fragilidad y la dependencia”. Por todo ello, recalcó que “no hay edad para dejar de hacer ejercicio y tampoco hay edad para empezar a hacerlo”.
Por su parte, Elena Andradas, subdirectora general de Promoción de la Salud y Epidemiología, Ministerio de Sanidad, recordó que según la última encuesta nacional de salud el 77% de la población española mayor de 15 años es “inactiva”, no realiza ninguna actividad física. El 80% de las consultas de atención primaria se relacionan con enfermedades crónicas (que en gran medida serían evitables realizando actividad física) y, en el año 2011, el 60% del gasto de hospitalización en España se debía a enfermedades crónicas, lo que supuso más de 12.000 millones de euros.
En opinión de Andradas, “la población no asimila la relación entre ejercicio físico y salud, cuando tendríamos que ser muy conscientes de que la actividad física ayuda a ganar salud y a sentirse mejor”. En ese sentido se preguntó por qué a pesar de lo que sabemos no incorporamos el ejercicio en el sistema sanitario ni en nuestra vida diaria. “Desde el punto de vista social y cultural se asocia el ejercicio solo con la práctica deportiva y, generalmente, con el deporte de elite y el deporte con jóvenes o solo con mantener la figura y adelgazar, pero no con la salud”, explicó. Lamentó que el sistema sanitario está aún enfocado hacia la enfermedad y la curación, “pero falta el componente de la promoción de la salud”, y reconoció las pocas alianzas entre todos los sectores implicados en dicha promoción: mundo deportivo, urbanístico, transporte, medio ambiente, etc. Para paliar esta situación, señaló que la actual estrategia pasa por vincular las recomendaciones sanitarias con los recursos ya existentes en el ámbito local, como pueden ser las rutas saludables, gimnasios urbanos, polideportivos, etc., de manera que la prescripción de ejercicio físico se vea respaldada por el entorno.
El ciclo Conversaciones-Solasaldiak se enmarca en el convenio de colaboración firmado entre la Universidad Pública de Navarra y el Parlamento de Navarra para el desarrollo conjunto de actividades. Las charlas pretenden ser un diálogo abierto entre investigadores y expertos que, al mismo tiempo, reflexionen con el público sobre cuestiones de actualidad. Las conferencias celebradas en esta edición pueden visionarse en la página web del ciclo.