El proceso creativo, la construcción y la destrucción del arte, el azar como recurso estético estructural, la belleza de la cerámica, la arcilla, el barro, la plástica de estas materias y su memoria… Estos fueron algunos de los temas que desgranó ayer el artista Miquel Barceló en el Museo de Navarra ante un auditorio de más de 300 personas dispuestas en dos salas, una con la charla presencial y la otra con la proyección de la misma.
Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) participó en el ciclo “Escultores sobre escultura”, que organiza la Cátedra Oteiza de la Universidad Pública de Navarra en colaboración con la Fundación Mapfre y el Museo de Navarra. El ciclo se enmarca en el programa "Arte y cultura en las sociedades del siglo XXI", que tiene por objeto promover el análisis, la reflexión y la crítica de la cultura contemporánea mediante el tratamiento de temas vinculados al pensamiento estético y a la creación artística.


En primera fila, las vierrectoras Vírseda y Ramírez, junto a Calvo Serraller, director de la Cátedra Oteiza, y Miquel Barceló
El artista pronunció una conferencia titulada “La obra escultórica, la arcilla y la pintura”, a través de la cual describió su proceso creativo y cómo incide en el mismo la búsqueda constante, el azar, la casualidad y la reinvención continua de uno mismo. Barceló confesó su debilidad por la arcilla, su plasticidad y su memoria, su admiración por artistas como Goya, Cézanne, Miró o Warhol, y el vértigo que producen decisiones como la de Oteiza, cuando en 1959 dio por terminado su camino experimental. Por otro lado, mostró su devoción por la cerámica, de la que dijo sentirse fascinado tanto por piezas orientales del siglo XII o XIII como por objetos de la artesanía popular aragonesa.
Durante la primera parte del evento se proyecto el documental El Cuaderno de barro, dirigido por Isaki Lacuesta, que muestra el trabajo de Barceló en su taller africano de Mali, que se desarrolla en un contexto austero, entre termitas y escorpiones, y refleja la situación de los albinos africanos a través de una serie de retratos realizados con lejía sobre fondos negros. El documental narra además la performance Paso doble representada en el pueblo maliense de Gogolí, un proyecto experimental que protagonizan el propio Barceló y el bailarín y coreógrafo Josef Nadj, y en el que ambos artistas construyen un mural sobre arcilla fresca a través de una relación casi brutal con la materia y representan un baile máscaras alegóricas inspiradas en la tradición africana.