Los programas de ejercicio físico multicomponente y, sobre todo, el entrenamiento de la fuerza y potencia muscular son las intervenciones más eficaces para retrasar la discapacidad y otros eventos adversos que acontecen en la población de edad avanzada. Estudios realizados por el grupo de investigación de la Universidad Pública de Navarra “Biomecánica y Fisiología del movimiento”, que dirige el catedrático Mikel Izquierdo Redin, han mostrado que doce semanas de entrenamiento dirigido a mejorar la potencia muscular en personas mayores tienen una gran efectividad para mejorar su capacidad funcional y calidad de vida.
Los resultados de estos trabajos de investigación, realizados en colaboración con la Universidad de Trás-os-Montes y Alto duero (Portugal) y la Universidad Federal de Rio Grande del Sur (Brasil), han sido publicado en dos artículos en la revista científica Experimental Gerontology titulados “Efectos de un programa de entrenamiento de potencia muscular en la mejora de la capacidad funcional y el rendimiento físico en mujeres de edad avanzada” y “El entrenamiento de fuerza muscular, si se realiza antes de los ejercicios de resistencia cardiovascular optimiza la mejora de la capacidad funcional y calidad de vida de las personas mayores”.
Los resultados vienen a confirmar las hipótesis planteadas en las últimas décadas por diversos investigadores respecto a la capacidad del entrenamiento de fuerza para prevenir o aminorar su pérdida en personas mayores. Según explica Mikel Izquierdo, “se ha constatado cómo las personas entre 60 y 70 años que participaron en un programa de cuatro meses de entrenamiento para el desarrollo de la fuerza y masa muscular recuperaron la capacidad funcional y potencia muscular de veinte años atrás; es decir, se encontraban igual que compañeros suyos que empezaron el mismo programa de entrenamiento con 40 años”.
En su opinión, existen dos buenas razones que nos deberían animar a realizar ejercicio físico de modo regular a partir de los 50 años: “En primer lugar, porque es un pilar básico en la prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades crónicas; y en segundo lugar, porque juega un papel fundamental en la prevención y tratamiento del declive en la capacidad funcional, que suele comenzar a manifestarse de modo muy significativo a estas edades”. En este sentido, el investigador mantiene que el ejercicio físico sería una medida plausible tanto para mejorar la capacidad funcional de las personas mayores como para disminuir el gasto sanitario.
En las últimas décadas el interés sobre el envejecimiento ha crecido exponencialmente y algunos de sus aspectos, como la discapacidad y la fragilidad, se han convertido en centro de atención de la investigación básica, clínica y poblacional. En España, a lo largo del pasado siglo, la población se duplicó, la de mayores de 65 años se multiplicó por 7 y la de octogenarios por 13.
La pérdida de masa muscular y cualidades musculares en el envejecimiento está directamente relacionada con una reducción en la movilidad y en la capacidad de realizar las consideradas actividades básicas o instrumentales de la vida diaria. “Esta pérdida de masa y cualidades musculares (disfunción muscular periférica) se ha manifestado en las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, dentro del proceso multifactorial de dichas enfermedades, y delimita la participación de los pacientes en actividades de la vida diaria, contribuyendo también al riesgo de mortalidad”.
En este contexto, las intervenciones que se han mostrado más eficaces para retrasar la discapacidad y otras situaciones que se dan con el envejecimiento son los programas de ejercicio físico multicomponente y, sobre todo, el entrenamiento de la fuerza. También estos ejercicios se han mostrado útiles en eventos frecuentemente asociados como las caídas, el deterioro cognitivo y la depresión.
Entrenamientos específicos
El entrenamiento físico, relativamente intenso, debe estar adaptado a la capacidad funcional del paciente y se acompaña de incrementos significativos en al fuerza muscular, la condición física aeróbica, movilidad articular, habilidad motora, autoestima y longevidad, independientemente de la edad y el sexo, siempre y cuando la intensidad y duración del período de entrenamiento sean suficientes.
Los incrementos iniciales de la fuerza pueden llegar a ser de hasta un 10-30% durante las primeras semanas o 1-2 meses de entrenamiento, tanto en personas de mediana edad como en las de edad avanzada.
Los estudios ahora publicados en Experimental Gerontology han mostrado que 12 semanas de entrenamiento en personas mayores, enfocado en la mejora de potencia muscular, tiene una gran efectividad para mejorar su capacidad funcional y calidad de vida. En un segundo estudio se ha podido observar cómo, en personas mayores, la prescripción de un programa de entrenamiento que combine ejercicios de fuerza muscular y resistencia es una de las mejores estrategias para mejorar la función neuromuscular y cardiovascular, al mismo tiempo que mejorar la capacidad funcional y promover la mejora de la salud y calidad de vida.
Asimismo, se observado cómo la realización de los ejercicios de fuerza muscular antes que los ejercicios de resistencia cardiovascular es la mejor secuenciación para obtener los máximos beneficios de un programa de ejercicio físico.
“Estos resultados —concluye el profesor Izquierdo— son de gran interés práctico para la promoción de la salud y calidad de vida mediante la participación de las personas mayores en programas de ejercicio físico”.