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Itziar Domeño Seminario

El cultivo hidropónico es un método por el cual en lugar de suelo agrícola se utilizan soluciones minerales y determinados sustratos para cultivar plantas. Itziar Domeño Seminario, doctora por la Universidad Pública de Navarra, ha evaluado en su tesis la utilización de nuevos materiales de fibra de madera, un sustrato que se ha demostrado eficaz para este tipo de cultivos.

La tesis, “Evaluación de nuevos materiales a partir de fibra de madera como sustrato de cultivos hidropónicos”, ha estado dirigida por el profesor Julio Muro Erreguerena, del Departamento de Producción Agraria de la UPNA, y ha obtenido la calificación de sobresaliente cum laude.

Desde el punto de vista medioambiental, los materiales utilizados comúnmente como sustratos, por ejemplo la lana de roca o la perlita, presentan problemas para ser reutilizados. Una alternativa es la fibra de madera, un subproducto de una actividad industrial y que, al ser un material orgánico, no presenta problemas a la hora de su eliminación.

Según explica Itziar Domeño, se ha demostrado ya que la fibra de madera es un material apropiado para el cultivo hidropónico y que se obtienen producciones similares a las que se logran, con otro tipo de sustratos más comunes, en cultivos de tomate y melón, por ejemplo. “Lo que ocurre es que, desde el punto de vista comercial, la dificultad de envasado de la fibra de madera y el desmejoramiento del aspecto visual de los sacos, a lo largo de los sucesivos ciclos de cultivo, suponen una desventaja”. De ahí que haya investigado en desarrollar nuevos formatos de sustratos, a partir de fibra de madera, que puedan superar esas desventajas observadas.

Materiales agronómicamente competitivos

Los nuevos materiales fueron obtenidos tras granular la fibra de madera con la adición de un adhesivo. Se determinaron sus propiedades, fueron evaluadas agronómicamente en cultivo de tomate y se estudió la pérdida de materia orgánica a lo largo del tiempo y la evolución de sus propiedades.

“Estos nuevos materiales presentan propiedades iniciales adecuadas para el cultivo, son competitivos desde el punto de vista agronómico y muestran producciones similares a las del sustrato original —explica la autora de la investigación—. Sus propiedades varían a lo largo de los ciclos de cultivo, pero se mantienen dentro de los valores óptimos recomendados”.

Por último, la pérdida de materia orgánica es similar, pero en cuanto al aspecto visual, “tras cuatro ciclos de cultivo de tomate, el aspecto final de los sacos de cultivo es mejor que el del sustrato original”.

Itziar Domeño Seminario, licenciada en Biología, trabaja actualmente como ayudante de proyecto en el Departamento de Producción Agraria de la Universidad Pública de Navarra, entidad con la que ha trabajado en cinco proyectos de investigación. Ha participado en media docena de congresos nacionales y es coautora de otros tantos artículos en publicaciones científicas.