Dos estudiantes de ingenierías de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), Miguel Aranaz Marina y Álex Goñi Pitillas, han diseñado un transportador de troncos por aire mediante cables de acero, inspirado en las construcciones existentes a principios del siglo XX en la Selva del Irati. Esta instalación se ha concebido para ser recreada y que forme parte del museo sobre oficios antiguos en la localidad navarra de Orbaizeta, junto a la Fábrica de Armas, que promueven dos vecinos del valle de Aezkoa.
De izq. a dcha.: Daniel Salcedo, Miguel Aranaz, Álex Goñi, Javier Goicoechea, Gurutze Pérez Artieda, Javier Goicoa y Jesús Mari Larrañeta, durante el acto de entrega de los trabajos de fin de estudios.
Estos últimos, Javier Goicoa Juango y Jesús Mari Larrañeta Elizondo, contactaron con Javier Goicoechea Fernández, director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial, Informática y de Telecomunicación (ETSIIIT) de la UPNA, para su proyecto de recuperación de oficios antiguos; en concreto, aquellos vinculados al transporte aéreo de madera en la Selva del Irati: los barranqueadores y los cablistas. Estos profesionales, hasta mediados del siglo XX, utilizaban construcciones similares a enormes tirolinas en las explotaciones madereras del Pirineo navarro y, sin motor, lograban que los troncos bajaran, por efecto de la gravedad, hasta el río, medio por el que eran transportados a las industrias para su uso como materia prima.
“Las diversas explotaciones madereras en la zona de los Pirineos navarros se dedicaban al talado, recolección y transporte de hayas y abetos —explica Miguel Aranaz, que ha cursado el Máster en Ingeniería de Materiales y Fabricación—. Dada la escasa o nula motorización de la época, así como el difícil acceso a las zonas de explotación, se construían estructuras provisionales de madera, de las cuales se suspendían cables de acero que permitían desplazar pesadas cargas de troncos por una orografía accidentada”.
En los valles de Aezkoa y Salazar, se aprovechaban ríos y embalses como métodos de transporte. “Así, a lo largo de las aguas del Irati, se construían exclusas provisionales que permitían regular el caudal de agua para el transporte de madera desde la Sierra de Ekai hasta su recogida, río abajo, por las empresas que hacían uso de este material”, añade Miguel Aranaz.
Los oficios vinculados al transporte de troncos
Entre barreanqueadores y cablistas debían conseguir que los troncos llegasen a su destino. “Este trabajo era duro y apenas existía herramienta —describe Álex Goñi, que se ha graduado en Ingeniería Mecánica—. Para evitar peso, se labraba la madera en el monte y, a continuación, se transportaban o con personas, para lo que se hacían unos ‘asientos’ donde se apoyaban los troncos y cuyo objeto era que el barranqueador pudiese transportarlos de la manera más ergonómica posible; o mediante parejas de bueyes, pero antes había que construir unas pistas a mano a base de azadas, pico y dinamita”.
Imagen histórica en la que se muestra la carga de troncos en el alto del monte en Errekaidorra (Selva del Irati).
Con el fin de mejorar el transporte de la madera, se instaló un sistema de ingeniería suspendido en el aire mediante largas líneas de cable. “Su montaje era laborioso y requería de personal cualificado: los cablistas. La subida de estos cables se realizaba, en algunos sitios, a mano, en el hombro, y, en otros, con ayuda de caballería. Estos cables llegaban a tener una longitud de mil metros y un peso de unos 2,6 kg por metro. Cada miembro del equipo de transporte cargaba con unos diez metros de cable”.
Cálculos y obstáculos
Javier Goicoa y Jesús Mari Larrañeta quieren reproducir estas tirolinas de transporte aéreo en un futuro próximo para hacer demostraciones con ellas. Aunque contaban con murales, dibujos y maquetas, necesitaban, según la profesora Gurutze Pérez Artieda, “un respaldo de cálculos de algunas partes de esas estructuras”. Esta propuesta dio como resultado la elaboración de dos trabajos de fin de estudios sobre el transportador aéreo de troncos, codirigidos por Daniel Salcedo Pérez y la ya citada Gurutze Pérez Artieda (ambos, docentes del Departamento de Ingeniería). En concreto, Miguel Aranaz se centró en el cálculo de estructuras y la cimentación y Álex Goñi, en el cálculo de los componentes mecánicos.
Ambos estudiantes se toparon con obstáculos, como la falta de normativa que regule los cálculos para una construcción como esta o la escasa bibliografía, más centrada en los teleféricos para turistas. “La dificultad por la falta de información obedece a que se trata de un sistema no estandarizado, poco común y, además, que está en desuso”, añade Álex Goñi.
Los dos ingenieros elaboraron sus trabajos de fin de estudios pensando en que este proyecto se lleve a cabo. Por ello, lo han redactado de tal manera que pudiera servir como documento base para tal fin. Los dos jóvenes han entregado una copia de dichos trabajos a los vecinos de Aezkoa en un encuentro celebrado en el campus de Arrosadia, en Pamplona, con presencia de sus tutores y del director de la ETSIIIT.