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La Fundación Fontilles ha resultado galardonada con el Premio Internacional Jaime Brunet a la Promoción de los Derechos Humanos 2023 de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), cuyo fallo se ha dado a conocer hoy, martes 12 de diciembre, con motivo de la celebración del Día Internacional de los Derechos Humanos, que tuvo lugar el pasado domingo 10 de diciembre, fecha en que se celebró el 75 Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

El jurado ha resaltado la “meritoria y dilatada trayectoria de trabajo por el derecho a la salud” de la Fundación Fontilles, así como su lucha “contra la exclusión social que sufren las personas enfermas y con discapacidad”, con especial atención a quienes padecen de lepra y otras enfermedades ligadas a la pobreza. Ha destacado, especialmente, la atención de la Fundación a las personas que viven en zonas rurales pobres, aisladas o alejadas de los servicios básicos, sobre todo, “menores, mujeres y familias indígenas”, prestando especial atención a las desigualdades por razón de sexo. Como señala el jurado en su fallo, la Fundación, en definitiva, lucha por la defensa del derecho a la salud, “un requisito indispensable para el desarrollo, la libertad y la participación social y política, trabajando en el fortalecimiento de los servicios sanitarios, la mejora de las condiciones de vida de las poblaciones más pobres y la promoción de su empoderamiento, con la finalidad de reducir la pobreza y la desigualdad mundial”.

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De izquierda a derecha, Joaquín Mencos y Alejandro Torres, vicepresidente y secretario, respectivamente, de la Fundación Jaime Brunet.

El nombre los premiados se ha desvelado en un acto en el que han estado presentes Joaquín Mencos Doussinague, presidente del jurado y vicepresidente de la Fundación Brunet, y el secretario de la Fundación, el catedrático de Derecho Constitucional de la UPNA Alejandro Torres Gutiérrez. El premio está dotado con 36.000 euros.

Lucha contra la lepra y la exclusión social

La Fundación Fontilles, fundada en 1902 por el jesuita Carlos Ferrís y el abogado Joaquín Ballester, nació como respuesta a un importante problema de salud pública en los inicios del siglo XX en España: la lepra. El desconocimiento y el miedo a esta enfermedad infecciosa hacía que las personas afectadas vivieran en total aislamiento y abandono.

La andadura de la Fundación Fontilles comenzó en 1909 con la colonia-sanatorio San Francisco de Borja, en Fontilles (Alicante, Comunidad Valenciana), que acogió a las primeras ocho personas enfermas. Desde el principio se distinguió de las llamadas “leproserías” de la época, que se limitaban a recluir a los afectados y abandonarlos a su suerte, puesto que se ofreció a los residentes en la colonia la posibilidad de desarrollar un oficio. Así, la instalación se convirtió en un pequeño pueblo de cerca de 300 habitantes con servicios, donde las personas enfermas podían vivir con dignidad, a pesar de que no hubo cura para la lepra hasta 1982. Acabó atendiendo a cerca de 3.000 personas.

En los años 60, la aparición de ciertos medicamentos permitió que se pudiese tratar a las personas enfermas en régimen ambulatorio. En esa misma década, la Fundación comienza su colaboración con otras asociaciones internacionales y en 1986 inicia su propio proyecto en India. Actualmente, la asociación cuenta con proyectos de cooperación sanitaria, luchando contra la lepra y otras enfermedades desatendidas, en Asia, África y América Latina. 

La lepra sigue siendo un problema de salud pública en 23 países y en algunas regiones del mundo extremadamente pobres. Existen más de 6 millones de personas con discapacidad a causa de la lepra, y miles de ellas viven excluidas por leyes aún vigentes y otras razones culturales o sociales, que vulneran y limitan sus derechos fundamentales (se calcula que 38 países de todo el mundo cuentan con 179 leyes que discriminan a las personas afectadas). Se trata de consecuencias que perduran incluso después de que las personas afectadas hayan sido tratadas y curadas. 

La Fundación y el Premio Brunet

La Fundación Jaime Brunet es una fundación cultural privada, cuyos fines son el fomento del respeto a la dignidad humana, a las libertades fundamentales y a los derechos humanos, así como la erradicación de situaciones y tratos inhumanos o degradantes. Entre otras actividades, convoca el premio Jaime Brunet Romero con el fin de distinguir un trabajo científico, literario o audiovisual o la trayectoria de una persona o institución que haya destacado en la promoción de los derechos humanos. En total, la fundación ha concedido desde 1998 veintidós Premios Internacionales Jaime Brunet; el último, en 2022, concedido “ex aequo” al periodista Philip Obaji Jr. y a la Fundación Wassu.

Jaime Brunet Romero (Bayona, Francia, 1926-San Sebastián, Guipúzcoa, 1992) nació en una familia de emprendedores catalanes que se había asentado en el siglo XVIII en Guipúzcoa (donde desarrollaron una importante actividad industrial). Educado con un talante liberal y crítico con la época que le tocó vivir, fue encaminado a la carrera de Derecho por su padre, Jaime Brunet Goitia, jefe local del Partido Republicano y que llegó a ser teniente de alcalde del Ayuntamiento de San Sebastián, donde ya habían ocupado la alcaldía su abuelo y bisabuelo. Cursó sus estudios en la Universidad de Valladolid, en la que ejerció como profesor ayudante.

Su afición destacada por la lectura se acompañó por el interés de aprender idiomas, con los que pudo desenvolverse con facilidad en sus numerosos viajes, que le llevaron, a pesar de las dificultades de su tiempo, a recorrer más de treinta países. En estos viajes, según confesaba, captó y comprendió cuánta discriminación y violencia, cuánto abuso de los poderosos sobre los débiles existen aún en nuestro siglo, y con qué facilidad se conculcan diariamente los derechos más elementales de la persona humana.

En los últimos años de su vida, su sensibilidad por la situación de los derechos humanos y la defensa de la libertad del ciudadano se convirtieron en su constante preocupación. Al no tener descendencia directa, y movido por sus sentimientos que le rebelaban contra las actuaciones injustas, decidió legar su fortuna para crear, a su fallecimiento, la fundación que, con su nombre, se dedicara a divulgar los derechos humanos y a premiar a quienes, por su trabajo en defensa de ellos, se hicieran merecedores de este reconocimiento. De este modo, se creó la Fundación Jaime Brunet Romero, con residencia en la Universidad Pública de Navarra, según su voluntad testamentaria.