El jurado del Premio Internacional Jaime Brunet a la Promoción de los Derechos Humanos de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) ha decidido conceder el galardón de 2020 al papa Francisco. Tal y como se recoge en el fallo, el jurado ha tenido en cuenta cómo el premiado “ha levantado su voz en defensa de las personas refugiadas en situación de vulnerabilidad, abogado por los derechos humanos y por los derechos de todas las personas migrantes, así como por el derecho a una vida digna” y “todo ello, desde un enfoque de fomento de la cultura del encuentro y de la acogida”.
El nombre del premiado se ha dado a conocer este jueves, 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, en un acto en el que han estado presentes Joaquín Mencos Doussinague, presidente del jurado y vicepresidente de la Fundación Brunet y Alejandro Torres Gutiérrez, secretario del jurado y catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Pública de Navarra.
El fallo del jurado destaca también que el papa “ha venido favoreciendo una cultura de la hospitalidad hacia las personas migrantes y refugiadas, que interpela a nuestras conciencias, comprometiéndose en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, y el cuidado de la casa común, la defensa del medioambiente, y el diálogo intercultural e interreligioso”. “Este esfuerzo a favor de los derechos humanos, especialmente de los más desfavorecidos”, continúa el fallo, “son valores, cuya consecución ha inspirado, precisamente desde su génesis, a la Fundación Jaime Brunet”.
El papa Francisco
El papa Francisco fue elegido el 13 de marzo de 2013, sucediendo en el pontificado a Benedicto XVI. La candidatura al premio Brunet fue presentada por Fundación Alboan, organización de cooperación internacional jesuita, quien destaca en su propuesta que, desde el inicio de su papado, el pontífice ha hecho hincapié “en la preservación de los bienes colectivos, como el medio ambiente, y ha hecho constantes referencias a conceptos como la justicia social, los problemas estructurales, la periferia y las soluciones colectivas, que los derechos individuales no resuelven”. En este sentido, según indica Alboan en su propuesta, “el papa Francisco ha intentado alejarse de una concepción clásica más individual de los Derechos Humanos” y eso, según aseguran, supone “una visión diferente respecto a papas anteriores”.
En su propuesta, además de los méritos conducentes al premio, la organización destaca que se trata del tercer líder mundial en influencia según el informe “Twiplomacy”. De hecho, en su cuenta de Twitter @pontifex cuenta con más de 51 millones de seguidores y seguidoras.
La Fundación y el Premio Jaime Brunet
La Fundación Jaime Brunet es una fundación cultural privada, cuyos fines son el fomento del respeto a la dignidad humana, a las libertades fundamentales y a los derechos humanos, así como la erradicación de situaciones y tratos inhumanos o degradantes. Entre otras actividades, convoca el premio Jaime Brunet Romero con el fin de distinguir un trabajo científico, literario o audiovisual o la trayectoria de una persona o institución que haya destacado en la promoción de los derechos humanos. En total, la fundación ha concedido desde 1998 veinte Premios Internacionales Jaime Brunet; el último, en 2017, a la Fundación Vicente Ferrer.
Jaime Brunet Romero (Bayona, Francia, 1926-San Sebastián, Guipúzcoa, 1992) nació en una familia de emprendedores catalanes que se había asentado en el siglo XVIII en Guipúzcoa (donde desarrollaron una importante actividad industrial). Educado con un talante liberal y crítico con la época que le tocó vivir, fue encaminado a la carrera de Derecho por su padre, Jaime Brunet Goitia, jefe local del Partido Republicano y que llegó a ser teniente de alcalde del Ayuntamiento de San Sebastián, donde ya habían ocupado la alcaldía su abuelo y bisabuelo. Cursó sus estudios en la Universidad de Valladolid, en la que ejerció como profesor ayudante.
Su afición destacada por la lectura se acompañó por el interés de aprender idiomas, con los que pudo desenvolverse con facilidad en sus numerosos viajes, que le llevaron, a pesar de las dificultades de su tiempo, a recorrer más de treinta países. En estos viajes, según confesaba, captó y comprendió cuánta discriminación y violencia, cuánto abuso de los poderosos sobre los débiles existen aún en nuestro siglo, y con qué facilidad se conculcan diariamente los derechos más elementales de la persona humana.
En los últimos años de su vida, su sensibilidad por la situación de los derechos humanos y la defensa de la libertad del ciudadano se convirtieron en su constante preocupación. Al no tener descendencia directa, y movido por sus sentimientos que le rebelaban contra las actuaciones injustas, decidió legar su fortuna para crear, a su fallecimiento, la fundación que, con su nombre, se dedicara a divulgar los derechos humanos y a premiar a quienes, por su trabajo en defensa de ellos, se hicieran merecedores de este reconocimiento. De este modo, se creó la Fundación Jaime Brunet Romero, con residencia en la Universidad Pública de Navarra, según su voluntad testamentaria.