Mikel Izquierdo (2.º por la izq.) posa con las autoridades chilenas, incluido el ministro de Salud, Emilio Santelices (3.º por la izq.), en la inauguración del curso
El programa VIVIfrail, que busca promocionar en las personas mayores de 70 años el ejercicio físico para prevenir las caídas y la fragilidad, acaba de iniciar su andadura en Chile con un curso de formación para especialistas, al que asistieron las principales autoridades sanitarias del país andino. Este proyecto, inicialmente europeo, unió durante dos años de trabajo (entre 2014 y 2016) a cinco países del Viejo Continente (Alemania, España, Francia, Italia y Reino Unido), bajo la coordinación de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), dentro de la Estrategia de Promoción de la Salud y Calidad de Vida de la Unión Europea. Ahora, la propia UE, dentro de su programa de investigación e innovación Horizonte 2020, ha concedido cuatro millones de euros para implantarlo en cinco países de América.
En concreto, el programa, denominado ahora Diab-frail-Latam, busca implantar un programa de ejercicio físico (como el del VIVIfrail en Europa), además de intervenir en nutrición y optimizar fármacos para analizar su efecto en personas mayores frágiles y con diabetes tipo 2. Dicho programa se va a desarrollar en Argentina, Colombia, México y Perú, además de en Chile. Está coordinado por el Ciber (Centro de Investigación Biomédica en Red) de Envejecimiento y Fragilidad, bajo la dirección de Leocadio Rodríguez Mañas, jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe. Participa en él la UPNA, que se encarga de coordinar la prescripción de ejercicio físico.
El programa ya se ha iniciado en Chile, con un curso de formación de monitores, celebrado en la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, líder de la iniciativa en el país andino. La sesión inaugural de este monográfico fue impartida por dos de los especialistas que participaron en el proyecto europeo: su coordinador, Mikel Izquierdo Redín, catedrático de la UPNA e investigador de Navarrabiomed (centro mixto de investigación biomédica de la institución académica y el Gobierno de Navarra), y el ya citado Leocadio Rodríguez Mañas. Asistió a esta sesión, entre otras autoridades, Emilio Santelices Cuevas, ministro de Salud de Chile.
Reconocido por la Comisión Europea
El catedrático Mikel Izquierdo, en plena sesión práctica con mayores durante el curso de formación celebrado en Chile
El proyecto VIVIfrail, seleccionado en 2017 como “buenas prácticas” por un panel de expertos de la Comisión Europea, ha permitido diseñar un programa de entrenamiento que combina fuerza, equilibrio y marcha entre mayores de 70 años, ya que la inactividad es el principal factor de riesgo en la fragilidad. “Prevenir la discapacidad en las personas mayores actuando sobre la fragilidad es posible, dado que esta última se puede detectar y es susceptible de intervención”, señala Mikel Izquierdo.
Para divulgar el citado programa de entrenamiento, los investigadores han editado diversos materiales gratuitos dirigidos a profesionales sanitarios y del ámbito de la actividad física y el deporte. Se trata de una guía educativa, una aplicación para dispositivos móviles (teléfonos inteligentes y tabletas) y un libro electrónico, que están accesibles a través del sitio web del proyecto: www.vivifrail.com.
Mejoras y ahorro
Durante los dos años del proyecto, participaron un total de 960 personas mayores con problemas de fragilidad de siete países europeos (Alemania, Bélgica, España, Francia, Italia, Reino Unido y República Checa). La mitad del grupo siguió el programa de ejercicios dos días a la semana, durante 45 minutos, más un programa de educación nutricional. Tras un año de intervención, se observó que, en comparación con el grupo de control, el de quienes habían realizado el programa de actividad física habían mejorado varios parámetros de manera significativa: habían ganado en fuerza y funcionalidad y logrado mayor autonomía. También consiguieron una mejora cognitiva y una disminución del dolor.
Este programa tiene un coste favorable para los servicios sanitarios. Los investigadores calcularon que se ahorran alrededor de 700 euros por paciente al año.