Ana Isabel Cárcar Irujo, licenciada en Antropología Social y Cultural, ha investigado en su tesis doctoral la vigencia del etnodesarrollo y, para ello, ha estudiado las relaciones sociales en dos poblaciones muy diferentes: la de la localidad navarra de Etxauri y la de Chavarrillo, situada en México. “El etnodesarrollo —explica— es un planteamiento teórico y metodológico elaborado en los años ochenta por el antropólogo mexicano Bonfil Batalla. Sostiene que la cultura étnica contiene en sí misma un potencial de desarrollo capaz de generar transformaciones endógenas y gestionarlas autónomamente. En mi trabajo, propongo superar la identidad étnica mediante el desarrollo local a través de la identidad social, ya que evita situaciones conflictivas”.
La tesis doctoral “Identidad social y reciprocidad: itinerarios hacia el etnodesarrollo. Los casos de Chavarrillo (México) y Etxauri (España)”, ha sido dirigida por el profesor José María Uribe Oyarbide, del Departamento de Trabajo Social de la UPNA y ha obtenido la máxima calificación, apto cum laude, y Mención de Doctora Internacional. El elemento básico de reflexión ha sido la identidad social como un eje vertebrador para organizar el tejido social. En palabras de la autora, “no se trata de eliminar la identidad étnica sino de presentarla como una matriz más inclusiva, como es la identidad social”.
En su trabajo de campo, Ana Isabel Cárcar pasó diez meses en Chavarrillo, una comunidad campesina del Estado de Veracruz donde las estructuras de poder giran en torno al grupo de parentesco/filiación. “Desde el fin de la revolución mexicana y hasta la actualidad, un pequeño grupo ha mantenido el poder en la toma de decisiones, determinando el acceso a la tierra, a la vivienda, al agua, etc.”, indica la investigadora. Alternativamente, realizó trabajo de campo en la localidad navarra de Etxauri, “como lugar de contraste que permitía una mayor profundidad crítica en el análisis del concepto de etnodesarrollo, que nace en el contexto mexicano”.
En su análisis destaca que las primeras transformaciones sociales hacían prever que Etxauri evolucionara hacia una ciudad dormitorio. “Sin embargo, se pusieron en práctica estrategias para crear espacios de relación en los que reforzar los lazos sociales mediante la reciprocidad, solidaridad y ayuda mutua, desde una perspectiva que revaloriza lo local. De esta forma, la construcción de comunidad pertenece al ámbito del disfrute”.
Por otro lado, en Chavarrillo se generan relaciones de dominación-subordinación, fruto de tensiones externas e internas que se materializan en la pugna por el acceso a los recursos y a la toma de decisiones y genera una importante desigualdad social en los ejidos (terrenos comunales). “Los programas gubernamentales, como Oportunidades, con un supuesto enfoque de género, y los proyectos de desarrollo rural son dos elementos añadidos que contribuyen al mantenimiento y naturalización de la desigualdad social y a la perpetuación de los roles de género, ya que las subvenciones recaen mayoritariamente en los varones del grupo de poder”.
Conclusiones del trabajo
De la comparación de ambas comunidades, la autora señala que en Chavarrillo el grupo de poder antepone las infraestructuras materiales sobre los modelos ideológicos de construcción de comunidad, mientras que en Etxauri se prioriza la construcción de una comunidad idealizada frente a las vías utilitarias de afrontamiento de la realidad. De igual modo, en la localidad mexicana las redes personales se mueven en función de las necesidades económico-políticas y giran en torno al parentesco. Por el contrario, en Etxauri, tanto nativos como nuevos residentes construyen sus redes personales con fines afectivo-vecinales, “convirtiendo la reciprocidad en un recurso para la integración de los nuevos residentes rurales, ya que, además, no pueden recurrir a las relaciones de reciprocidad al interior de la familia. “Pero ya no es la reciprocidad de la supervivencia sino del disfrute, que permite mejorar el tiempo y calidad de ocio y conciliar la vida familiar y laboral y, por tanto, configurar un determinado estilo de vida”.
De todos estos factores se deriva como conclusión que en Chavarrillo se produce “una reciprocidad en sentido clásico, es decir, desigualitaria, mientras que en Etxauri se trata de la reciprocidad en sentido posmoderno o reciprocidad equitativa, pero más como un desiderátum o un horizonte por alcanzar que como una realidad plena”.
Ana Isabel Cárcar es licenciada en Antropología Social y Cultural por la UNED, Maestra con especialidad de Educación Musical por la UPNA y profesora de acordeón. Ha trabajado como profesora de acordeón y como maestra en diferentes colegios públicos de Navarra. En 2010 realizó una estancia de investigación 5 meses en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Veracruzana (México) y en 2011 una segunda estancia, también de cinco meses de duración, en el Centro de Estudios de Desarrollo Económico y Social de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México). Ha participado en diversos congresos nacionales e internacionales en España. México, Italia y Austria y ha publicado artículos en dos libros.