Los investigadores Bernardo Royo (derecha) y Gonzaga Santesteban junto a una de las plantaciones de vides en la finca de prácticas de la UPNA
Investigadores de la Universidad Pública de Navarra y el vivero Vitis Navarra son los principales promotores del proyecto “Recopilación, evaluación y constitución de un banco de germoplasma de variedades locales de vid”, cuyo objetivo es recuperar y conservar la variabilidad existente en la uva Garnacha en Navarra. Un banco de germoplasma permite conservar todas las posibles formas genéticas que componen una población, con lo que se sabrá cuánta variabilidad hay y, sobre todo, se identificará la información genética, que posibilitará elegir los biotipos más adecuados al mercado y a las condiciones actuales y la preservará para el futuro al objeto de dar respuesta a cuestiones que actualmente son difíciles de prever.
Bernardo Royo Díaz, profesor del departamento de Producción Agraria, lidera el grupo de investigación de la UPNA que participa en este proyecto. La iniciativa partió del equipo del vivero Vitis Navarra que, liderado por su director Rafael Garcia, se ha encargado de recopilar plantas de uva garnacha de la mayor parte de los viñedos viejos existentes en Navarra; todos de más de 40 años e incluso algunos de ellos ya abandonados. De más de 400 fincas de toda la geografía foral se recogieron entre 8 y 12 cepas al azar y se obtuvieron 4.000 plantas. De cada planta seleccionada se han obtenido seis jóvenes, de las que tres serán plantadas el próximo otoño en el terreno definitivo: una finca de unas cuatro hectáreas de superficie que albergará más de 12.000 cepas.
Preservar las variedades que están a punto de perderse contribuye a preservar la biodiversidad agrícola. “Pocas veces se ha acometido en España un programa de selección clonal de la manera en que se está haciendo aquí”, explica el profesor Royo, que destaca el modo en que se han seleccionado las plantas: “Es importante que la selección se haya hecho con criterios de aleatoriedad. Generalmente, las selecciones se han hecho eligiendo plantas con unas características muy concretas, pero no se trata de eso. Aquí, hemos cogido todo lo que hay y, entre eso, seleccionaremos. Con este sistema, vamos a saber realmente cuánta variabilidad hay y, además, tendremos una reserva de genes de gran interés para resolver problemas que hoy no podemos ni intuir; lo que hoy es deseable, a lo mejor mañana no lo es, a lo mejor mañana necesitamos otra cosa y, si existe, seguramente la tendremos porque la hemos guardado”.
El Gobierno de Navarra, a través del Departamento de Empresa, Innovación y Empleo, ha otorgado una ayuda de 301.623 euros a la UPNA para desarrollar su trabajo, que se prolongará durante dos años. Además, el resto de empresas implicadas en el proyecto recibirán diferentes subvenciones. En concreto, se han concedido 127.733 euros a Vitis Navarra —vivero dedicado a la propagación y comercialización a nivel mundial de plantas de vid con la máxima calidad genética y sanitaria—; 18.580 euros a Bodegas Príncipe de Viana; y 22.845 a Industrial Tonelera de Navarra, empresa dedicada a la fabricación de barricas de roble.
Objetivos científicos y estratégicos
Los investigadores de la UPNA, del grupo “Fruticultura y Viticultura avanzadas”, se encargarán del aspecto científico del proyecto: caracterizar el genoma de todas las plantas para detectar la variabilidad genética, mutaciones y diferencias; realizar el trabajo ampelográfico (estudio, descripción e identificación de la vid) y la caracterización sanitaria, que detecta la existencia o no de virus.
“Las plantas leñosas pueden estar infectadas por virus que afectan a su comportamiento —explica Gonzaga Santesteban García, miembro del grupo—. El primer trabajo, antes de plantar, es comprobar el estado sanitario de todas ellas, porque es importante poner separadas las que están sanas de las que están enfermas, para que no se contagien”. Hasta el momento, del 80% analizado, el 65 % no presenta afecciones. En cualquier caso, todas se conservarán, ya que si cualquiera de las plantas enfermas resultara de interés, existen procedimientos para poder sanearlas.
En cuanto a la caracterización genómica, Bernardo Royo señala que desde el punto de vista científico “es interesantísimo porque nos permite conocer la variabilidad real de la población, que actualmente se desconoce”. El siguiente paso, a más largo plazo, será asociar las diferencias genéticas a caracteres fenotípicos: “Puede que dos plantas sean genéticamente distintas pero que, a lo mejor, la uva sea idéntica. Aun así, hay que conservarlas, porque si genéticamente son diferentes, tal vez mañana surja un problema ante el cual una planta se comporte de modo diferente a la otra”.
Por último, otro de los puntos fuertes del proyecto radica en la estrategia comercial aplicable al sector vitivinícola, donde la variedad garnacha es vista cada vez con más interés. Vitis Navarra va a poder disponer de los biotipos más adecuados tanto para los que buscan vinos del gusto actual como para los que persigan otros tipos más innovadores. En este sentido, el proyecto contempla también la introducción y estudio del comportamiento de más de 70 variedades de uva procedentes de muy diferentes regiones del mundo, con el fin de estudiar su grado de adaptación a nuestras condiciones y sus posibilidades enológico-comerciales.
“Enseguida nos dimos cuenta de que sería bueno que en este proyecto intervinieran otras empresas con objetivos finales, como pueden ser las bodegas —explica el profesor Royo—. Por eso, en una segunda fase se ha contado con la participación de Bodegas Príncipe de Viana, que participará en todo lo relacionado con la elaboración de la uva, y la empresa tonelera Intona, a la que le interesa conocer cómo se adaptan los distintos biotipos de Garnacha y el resto de variedades a los distintos tipos de barricas donde se realiza la crianza.