La Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) ha editado recientemente el libro “Innovaciones Universitarias”, para el que ha seleccionado un total de 23 innovaciones tecnológicas y humanísticas procedentes de universidades y que han sido implantadas con éxito en el mercado. Entre ellas, el bioinsecticida ecológico desarrollado a partir del trabajo de investigación del grupo Protección de cultivos de la Universidad Pública de Navarra.
El citado grupo de investigación, en colaboración con una importante asociación de productores hortofrutícolas, desarrolló un bioinsecticida para combatir la oruga conocida como “rosquilla verde” (Spodoptera exigua), causante de plagas en los invernaderos del sur de España, con las consiguientes pérdidas económicas.
El investigador responsable del proyecto fue Primitivo Caballero Murillo, catedrático de Producción Vegetal en la UPNA. Este bioinsecticida está basado en un virus natural que resulta letal para la oruga, pero que es inocuo para otros insectos y el resto de animales, incluido el hombre. Además, con menor número de tratamientos, resulta más efectivo que los insecticidas químicos; no produce residuos tóxicos, es más sostenible y es compatible con cualquier otro método de control.
El lanzamiento del bioinsecticida supuso una nueva actividad empresarial, con nuevas instalaciones de producción, y un cambio de perspectiva entre los agricultores respecto al modo de combatir las plagas de insectos en los invernaderos de Almería
Trasladar la I+D a la sociedad
La publicación, realizada en colaboración con la Red de Oficinas de Transferencia de Resultados de Investigación de las universidades, recoge algunos de los que han dado lugar a innovaciones que pueden verse en el entorno más cercano. En concreto, ha seleccionado veintitrés innovaciones de aplicación en sectores tan diversos como agricultura, biotecnología, seguridad alimentaria, innovación educativa, marketing, pesca, transporte, traducción automática, construcción, TIC, medicina, etc.
Las diversas fuentes de financiación, mayoritariamente públicas, pero también aportadas por organizaciones sociales e industriales, permiten a las universidades trasladar y traducir el fruto de su investigación y desarrollo a la sociedad en forma de innovaciones de gran utilidad para diversos ámbitos de actividad.