Salta al contenido principal

zoom Francisco Idareta, durante su intervención, junto a Eva Tubío Martínez, concejala delegada de Vivienda del Ayuntamiento de Cádiz y trabajadora social.

Francisco Idareta, durante su intervención, junto a Eva Tubío Martínez, concejala delegada de Vivienda del Ayuntamiento de Cádiz y trabajadora social.

Francisco Idareta Goldaracena, profesor e investigador del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y presidente de la Comisión Deontológica del Consejo General del Trabajo Social, defendió la necesidad del activismo ético de las y los profesionales de esta disciplina durante unas jornadas celebradas en Cádiz y organizadas por el Colegio Profesional de Trabajo Social de dicha provincia. Por ello, apostó por “una formación permanente en materia ética y deontológica” y avanzó el proyecto del órgano que preside de que los colegios oficiales de Trabajo Social de cada comunidad autónoma posean su propio comité de ética o comisión deontológica para “poder asesorar sobre cuestiones éticas y deontológicas y promover el compromiso y el activismo ético entre las personas colegiadas”.

“El activismo ético, entendido como sensibilidad que posibilita ir más allá de la norma deontológica y del código ético, contextualizando y personalizando la aplicación de los principios en cada caso específico, no sólo permite concebir la ética como poder positivo y transformador que hay que reivindicar para alcanzar la excelencia profesional, sino que también dispone a las y los profesionales a dar siempre lo mejor de sí mismos por el bien de cada persona usuaria y, por añadidura, de la profesión, en aras de la máxima calidad técnica y ética posibles”, afirmó Francisco Idareta ante un centenar de profesionales, durante su intervención titulada “La ética en la intervención social”.

“El compromiso ético, sello inconfundible de la profesión desde su fundación —prosiguió el investigador de la UPNA—, hay que seguir actualizándolo, marcándonos metas más ambiciosas que vayan más allá de la simple observancia del código deontológico y que nos inspiren en la intervención social para ser siempre una versión mejorada del profesional que se es. Sin olvidar que, cuando hablamos de valores, principios y deberes profesionales, no sólo hablamos de humanizar la intervención social, de garantizar que ésta sea de la más alta calidad: también está en juego nuestra identidad como profesión, así como su credibilidad”.

Dilemas ante la confidencialidad

El presidente de la Comisión Deontológica trasladó también a las personas asistentes los resultados de diferentes investigaciones que ponen de manifiesto la dificultad de las y los profesionales para identificar algunos dilemas éticos y metodologías de resolución de dichos dilemas. “Estos tienen que ver habitualmente con los límites del principio de autonomía y con la confidencialidad. Y que, pese a que el código deontológico aprobado en 2012 por el Consejo General del Trabajo Social es conocido entre las y los profesionales, se utiliza muy poco, no se considera necesario y no se reconoce su importancia, relativizando así su autoridad moral”, añadió el experto, que participaba en unas jornadas tituladas “Nuevas perspectivas para los Servicios Sociales” en calidad de presidente de la recientemente creada Comisión Deontológica del Consejo General del Trabajo Social.