Portada > Fundación UPNA > Tablón de anuncios
Programa Erasmus-Prácticas
Carlos Sanzol Marco, estudiante de 5° curso de Ingeniería Industrial en la UPNA, vive desde febrero en Viena, donde está realizando un periodo de prácticas de seis meses en CEIT (Central European Institute of Technology), un Centro Tecnológico que enfoca su actividad en los campos del urbanismo, el transporte, el medio ambiente y la sociedad de la información. Las prácticas que realizó durante la carrera y el proceso de selección previo que tuvo que superar le ayudaron a darse cuenta de la importancia de contar en su currículum vítae con una estancia en el extranjero.
En la oficina de CEIT
Desde que comencé la Universidad tenía la inquietud de realizar un periodo de prácticas fuera de España. Amigos y conocidos míos que ya habían vivido en el extranjero como participantes del programa Erasmus me contaban todo lo que había supuesto para ellos, y siempre eran historias increíbles, aunque en determinados momentos también con sombras. Lo bueno de estos malos momentos es que, una vez superados, también te aportan una experiencia positiva: de todo se aprende.
Previamente no había participado en ningún programa. Recuerdo muy bien la primera entrevista de trabajo que realicé en una empresa. El encargado de recursos humanos, al estudiar mi CV, me preguntó por qué no había sido estudiante Erasmus - “no me ha dado tiempo, todo ha pasado muy rápido estos 3 últimos años”- fue mi contestación. Su respuesta no pudo ser más precisa: “Nosotros valoramos mucho que los estudiantes hayan vivido una temporada en el extranjero. Todos los que pasan por aquí o son ingenieros titulados o a punto de serlo; en cierto modo, todos sois iguales. Tiene que haber un elemento diferenciador: los idiomas y la experiencia Erasmus”.
Esto fue para mí como una llamada a gritos. Tras finalizar dicho periodo de prácticas, regresé a la Universidad para continuar mis estudios, me presenté a la convocatoria y, tras pasar por las diferentes fases, finalmente elegí mi destino. Me costó, pero al final alcancé el objetivo que me había planteado.
Al principio siempre es difícil, y más en un país (Austria) donde se habla un idioma que para mí era completamente desconocido; ahora ya me va sonando. Si bien tenía la experiencia anterior de trabajar en una fábrica, nada tiene que ver con un Centro Tecnológico, que es donde estoy actualmente. El cambiar el “chip”, el saber que no continúas en la Universidad, que ahora participas de proyectos europeos, con colaboración entre varias instituciones de países europeos, con mucho dinero de por medio, asusta al comienzo. Cuando llegas, te das cuenta que no tienes idea de nada. Pero poco a poco, con ayuda de tus compañeros y sobre todo leyendo mucho y preguntando, vas entrando en la dinámica de trabajo.
Ahora bien, ha facilitado mucho las cosas tener a mi alrededor un grupo de personas, la mayoría jóvenes, que se han preocupado por mí desde mi llegada. Eso hace que te adaptes a un país tan diferente más rápidamente.
Son muchas cosas, pero principalmente el salir de casa, el ser independiente, conocer gente nueva con otros puntos de vista y formas diferentes de pensar, la experiencia laboral por supuesto, etc. Y sí, se la recomiendo a todo el mundo, 100%.
Carlos con todos sus compañeros
Si, poco a poco se van cumpliendo. Tenía varias, entre ellas practicar inglés, que ahora es mi idioma del día a día, aprender aunque fuera solo un poquito de alemán, nuevamente experimentar cómo es la vida laboral y viajar, porque es una oportunidad única para moverme por centro Europa y Europa del este.
Bueno, son unas cuantas, pero la primera que me pasó fue bajar al supermercado y no saber en realidad qué estaba comprando: todo en alemán. Algunos productos son fáciles de identificar, pero cuando quería comprar carne, no las tenía todas conmigo. También visita inesperada de amigos, que me avisaron por mail que se presentaban al día siguiente en Viena; las reuniones internacionales cuando salgo a tomar unas cervezas: Austria, Polonia, Irak, Kazajstán, Francia, Rumania, Italia; algo que no puedo hacer en Pamplona.
Que se animen, sobre todo, que se animen a intentarlo. No conozco a nadie que haya vuelto diciendo que fue una pérdida de tiempo. Sólo se puede ganar, no hay nada que perder. Y como experiencia personal, creo que es algo que recordaré toda mi vida.