La Universidad Pública de Navarra (UPNA) ha recibido financiación en la última convocatoria del Ministerio de Ciencia e Innovación para la realización de un proyecto de investigación que estudia los efectos de un programa de ejercicio físico multicomponente sobre el sistema inmune, el perfil inflamatorio, la condición física y los síntomas percibidos persistentes en personas que han pasado la enfermedad por coronavirus. El proyecto, en marcha desde verano, está dirigido y supervisado por el catedrático de Ciencias de la Salud de la UPNA Mikel Izquierdo Redín, responsable del Grupo Ejercicio Físico y calidad de vida (E-Fit) de Navarrabiomed, y el profesor de la UPNA Robinson Ramírez-Vélez. En él, también participan los doctores Julio Oteiza Olaso y Patricia Fanlo Mateo, del Servicio de Medicina Interna Hospital Universitario de Navarra (HUN).
Según explica el equipo investigador, la hipótesis planteada es que, con la aplicación de un programa de ejercicio multicomponente de seis semanas, se podría reducir los síntomas percibidos persistentes en personas que han pasado la infección de la COVID-19. Este programa de ejercicio, complementario al tratamiento médico estándar, “busca también la mejora del perfil inmunológico como la reducción del proceso inflamatorio que habitualmente se instaura en la mencionada enfermedad”, indica. También se estudiarán los resultados en la condición física, la composición corporal, la función vascular y el metabolismo en general, según apunta el equipo investigador.
El equipo investigador y médico que lleva a cabo el proyecto. De izda. a dcha. Sergio Oscoz Ochandorena, Yesenia García Alonso, Gaizca Legarra Gorgoñon, Mikel Izquierdo Redín, Julio Oteiza Olaso, Robinson Ramírez-Vélez, Nora García Alonso.
Detalles del ensayo clínico
El ensayo clínico, que comenzó antes de verano, incluía una selección aleatoria de personas de entre 18 y 60 años, residentes en Pamplona, que hubiesen dado positivo por SARS-CoV-2 (PCR o serología) y que presentasen algunos de los siguientes síntomas meses después del alta hospitalaria: fatiga/cansancio, cefaleas, dolor muscular, dificultad para respirar, ansiedad/estrés, insomnio o cambios de humor, así como pérdida o variación de peso de más/menos kilos en los últimos tres meses. Algunas enfermedades previas como trastornos de la conducta o psiquiátricos, así como enfermedades metabólicas, suponían la exclusión del ensayo.
El desarrollo del estudio consta de cinco visitas: en la primera se realiza la valoración médica, en la segunda y en la cuarta se realizan las medidas pre intervención y en la tercera y en la quinta las medidas tras seis semanas de intervención. Como indican Mikel Izquierdo y Robinson Ramírez-Vélez, de momento se ha reclutado a más de la mitad de las personas que se pretende estudiar y la percepción de todas ellas es “muy positiva” y, sobre todo, “pertinente para ser implementado en el actual sistema sanitario de España”.
Posible impacto científico del estudio
Tal y como explica el equipo investigador, “debido a que la COVID-19 es una enfermedad nueva, gran parte del curso clínico sigue siendo incierto, en particular, las posibles consecuencias para la salud a largo plazo, si las hubiera”. En este sentido, apuntan, “se ha informado de que personas sobrevivientes de la COVID-19 manifiestan fatiga y disnea con esfuerzos mínimos, así como dolor en las articulaciones y en el pecho. Además de estos síntomas generales, se ha informado disfunción de órganos específicos, que afectan principalmente al corazón, los pulmones y el cerebro”, indican.
Como continúan explicando los responsables del estudio, “existe evidencia experimental reciente que muestra que el musculo esquelético es capaz de modificar la inflamación subclínica de bajo grado y modular el sistema inmune y el endocannabinoide”. Además, “es evidente que una sesión de ejercicio físico induce un ambiente antiinflamatorio y es probable que sus efectos varíen dependiendo de la frecuencia, intensidad y duración del ejercicio realizado”, precisan. Por todo ello, la información que se obtenga de este estudio “sería científicamente válida y culturalmente aceptable para el diseño de programas de promoción de salud y prevención personas con síntomas persistentes de la COVID-19 en el ámbito nacional e internacional”, concluyen.