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Catálogo de Publicaciones de la Universidad Pública de Navarra

 

Mª Luisa Sanz de Acedo Lizarraga, Mª Dolores Ugarte y Mª Victoria Lumbreras Bea
Metas, valores, personalidad y aptitudes de los adolescentes navarros


ISBN: 84-9769-030-3
177 págs.; 17 x 24 cms. Pamplona (2002)

La alusión a las “pasiones discursivas” en el título designa la temática que comparten los textos de esta compilación. Es esa dimensión del discurso (no en sentido semiótico) la que cohesiona, en la doble vertiente de la reflexión y del mundo social, los acercamientos a autores tan distintos como Mannheim, Kierkegaard o Habermas, y a cuestiones en principio tan diversas como los anhelos emancipativos, la democracia discursiva, la comunicación mediática o la situación política del País Vasco. Son textos animados de pasión por el entendimiento del mundo, por la búsqueda de un sentido que posibilite la orientación en el universo de las cosas y de las acciones.

Presentación
Índice
Introducción

 

Presentación:


Conocer lo que los adolescentes son y tienen -personalidad y aptitudes-, lo que pretenden conseguir en un entorno y tiempo concretos -metas- y lo que tratan de vivir defender en su vida diaria -valores- son los temas que dan forma y contenido a los seis capítulos que configuran este libro titulado Metas, valores, personalidad y aptitudes académicas de los adolescentes navarros.
Los profesionales de la Psicología, Pedagogía y Educación, así como los padres y otros entes sociales preocupados por ayudar a la juventud a vivir el presente con responsabilidad y a planificar su futuro con optimismo, encontrarán esta obra interesante y útil porque revela algunos aspectos intrapsiquicos y sociales importantes de la juventud actual.
Maria Luisa Sanz de Acedo Lizarraga es profesora titular de Psicología Básica del Departamento de Psicología y Pedagogía de la Universidad Publica de Navarra. Es coordinadora de la obra, Psicología. Mente y conducta (1997) y autora de Inteligencia y Personalidad en las Interfases Educativas (1998) y de Cognición en el aula (1999). Sus publicaciones y su valiosa labor investigadora están centradas en la aplicación de la Psicología Cognitiva a la mejora de las capacidades humanas.
Mª Dolores Ugarte es Profesora Titular del Departamento de Estadística e Investigación Operativa de la universidad Publica de Navarra. Es coautora de la obra estadística aplicada con S-Plus (2002). Su labor investigadora se desarrolla fundamentalmente en estadística espacial y en aplicaciones de la estadística a la medicina, la agricultura y a la psicología. Es autora de diversos artículos en revistas de prestigio internacional.
Maria Victoria Lumbreras Bea es Doctora en Psicología por la Universidad Publica de Navarra y trabaja como logopeda para el Gobierno de Navarra. Ha participado en varios proyectos de investigación sobre la adolescencia, en especial sobre Metas Psicosociales y sobre la elaboración de un Cuestionario de Metas para Adolescentes.

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Índice:

Introducción, 17

I Metodología, 23
1. Objetivos, 25
2. Participantes, 26
3. Trabajo de campo, 32
4. Instrumentos de medida, 32
5. Análisis estadísticos realizados, 33

II Estudio de las metas, 35
1. Alcance del constructo meta, 37
1.1 Naturaleza de las metas, 37
1.2 Orientación de las metas, 40
1.3 Tipos de metas, 41
1.3.1 Educativas, 41
1.3.2 Profesionales, 43
1.3.3 Interpersonales, 44
1.3.4 Autoimagen, 45
1.3.5 Reconocimiento social, 46
1.3.6 Emancipativas, 47
1.3.7 Riesgo, 47
1.3.8 Físicas, 49
1.3.9 Sociopolíticas, 50
1.4 Metas y conceptos afines, 51
2. Perfiles, 55
2.1 Sexo, 56
2.2 Edad, 58
2.3 Etapa escolar, 61
2.4 Tipo de centro, 62
2.5 Modelo educativo, 65
2.6 Zona geográfica, 67
2.7 Estrato socioeconómico, 69
2.8 Trabaja el padre, 72
2.9 Trabaja la madre, 73
3. Conclusiones, 75

III Estudio de los valores, 77
1. Acercamiento a los valores, 79
2. Tipos de valores, 80
2.1 Practicidad, 81
2.2 Resultados, 82
2.3 Variedad, 82
2.4 Decisión, 83
2.5 Orden/método, 84
2.6 Objetivos, 84
3. Perfiles, 85
3.1 Sexo, 85
3.2 Edad, 87
3.3 Etapa escolar, 89
3.4 Tipo de centro, 90
3.5 Modelo educativo, 92
3.6 Zona geográfica, 93
3.7 Estrato socioeconómico, 95
3.8 Trabaja el padre, 97
3.9 Trabaja la madre, 98
4. Conclusiones, 100

IV Estudio de la personalidad, 101
1. Apreciaciones sobre la personalidad, 103
2. Personalidad: aspectos emocionales cognitivos, 105
3. Perfiles, 110
3.1 Sexo, 111
3.2 Edad, 114
3.3 Etapa escolar, 117
3.4 Tipo de centro, 120
3.5 Modelo educativo, 122
3.6 Zona geográfica, 124
3.7 Estrato socioeconómico, 127
3.8 Trabaja el padre, 129
3.9 Trabaja la madre, 131
4. Conclusiones, 133

V Estudio de las aptitudes, 135
1. Noción de aptitud, 137
2. Aptitudes académicas, 139
3. Perfiles, 140
3.1 Sexo, 141
3.2 Edad, 142
3.3 Etapa escolar, 144
3.4 Tipo de centro, 145
3.5 Modelo educativo, 146
3.6 Zona geográfica, 148
3.7 Estrato socioeconómico, 149
3.8 Trabaja el padre, 151
3.9 Trabaja la madre, 152 4. Conclusiones, 153

VI A modo de síntesis final, 155

Bibliografía, 167

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Introducción

El estudio de la situación en la que se encuentra la adolescencia tiene un creciente interés dado el protagonismo de esta etapa en la vida social, el apremio en la satisfacción de necesidades y la trascendencia de muchas de sus conductas, a veces vinculadas a la delincuencia y a la drogadicción. Los cambios en las metas, las crisis de valores, la dificultad para lograr cierto ajuste social, la emancipación de la familia, el inicio de nuevas relaciones sociales, el desarro0llo de la competencia intelectual y la cercanía al mundo laboral son algunas de las cuestiones que esta etapa evolutiva vive con gran intensidad, pues todas ellas tienen una fuerte repercusión en su futuro personal. La sociedad, preocupada por los retos y riesgos que plantea el colectivo de los jóvenes, reclama a la comunidad científica, a la administración pública y a los educadores un esfuerzo especial para explorar y conocer mejor sus tendencias y problemas.
Han sido numerosos los intentos que se han realizado para definir y caracterizar la época de la vida que transcurre entre la infancia dependiente y la edad madura autónoma, pero es recientemente cuando la misma se ha analizado desde una perspectiva psicosocial que busca identificar lo que el adolescente desea ser o conseguir en este periodo cada vez mas largo, sus pautas o patrones de conducta, los procesos de socialización que mas inciden en sus actuaciones y los problemas con los que se enfrenta. El estudio de estos aspectos resulta sumamente sugestivo, tanto en su vertiente teórica como practica. Teórica, porque proporciona información para comprender y explicar lo que el más joven hace, cómo lo hace y por qué lo hace y también para predecir cual será su comportamiento en entornos relativamente definidos. Practica, porque ayuda a diseñar su formación, a tomar decisiones sociopolíticas acertadas y a prevenir patologías especificas.
Las metas desempeñan tareas muy importantes en el funcionamiento normal de todos los individuos y de manera particular en la adolescencia. Así, entre otras cosas: organizan, regulan, orientan y justifican la conducta (Dweck, 1986); marcan un tono emocional, positivo o negativo, en la vida; explican muchas decisiones; contribuyen al bienestar personal ya que su logro implica satisfacción (Austin y Vancouver, 1996); participan en el desarrollo del autoconcepto; valoran la capacidad personal; influyen en la selección de estrategias para resolver los problemas y, por último, ayudan a considerar la vida como un proyecto significativo (Mc Gregor y Little, 1998)
Un perfil de metas bien equilibrado puede convertirse en una de las causas más relevantes en el ajuste, bienestar y productividad de una persona. Con frecuencia, tal equilibrio se encuentra muy lejos de lo jóvenes, de ahí el riesgo que tienen de experimentar problemas, leves o graves de conducta incluso de salud mental. Las metas han de estar jerarquizadas a lo largo del tiempo, es decir, programadas a corto, a medio y a largo plazo y entre estos tres momentos ha de existir cierta continuidad. Si su logro es próximo, proporcionan incentivos inmediatos, demandan grandes dosis de esfuerzo y guían la conducta; si distante carecen de fuerza para impulsar a la acción y dirigirla. Aunque a veces es fácil encontrar en la mente algunas metas y acceder a ellas –parecen explicitas- otras, resulta difícil descubrirlas, parecen implícitas. Es normal que aquellas metas que tienen la capacidad de dirigir la conducta de una manera eficiente y efectiva deban estar siempre al alcance psíquico de la persona. Ayudar a que los jóvenes sean conscientes de sus metas, o las perciban, es precisamente la función primordial que debe esperarse de su evaluación.
En general, los sistemas de metas se han examinado dentro de los constructos autorreferenciales -valores, autoconcepto, eficacia, etc.- de la personalidad, los cuales crean un medio interno óptimo que dirige al sujeto hacia logros superiores y atractivos y dan forma y estilo a dos características esenciales de la persona: su identidad física, psicológica y social y su autonomía responsable para conseguir la libertad en su entorno. Esto es, las metas representan los autoesquemas o generaciones cognitivas y afectivas acerca del yo que el individuo construye poco a poco durante su vida, convirtiéndose así en los componentes fundamentales de la dinámica de la personalidad (Lazarus, 1991ª; 1991).
Muchos investigadores afirman que las metas son un concepto clave para entender el comportamiento de los adolescentes. De hecho, en los últimos años se han utilizado como ejes de investigación para dar coherencia a los distintos modos de de explicar la actuación de los mismos. Bien es sabido que la adolescencia es un periodo crítico para elaborar planes de futuro y definir objetivos personales (Durkin, 1995; Hechinger, 1992); sin embargo, se dice que esta etapa vive excesivamente centrada en el disfrute del momento y que carece de propósitos bien definidos. Es, pues, necesario observar las características primordiales de esta población para después examinar con suficiente certeza lo que, quizá de manera inconsciente, persigue.
Los aspectos relacionados con el aprendizaje son elementos que llenan, o al menos deberían llenar, el estilo de vida de los adolescentes. Algunos de éstos asisten a las clases motivados por la curiosidad intelectual, al punto que regulan con bastante facilidad su aprendizaje antes, durante y después de las tareas, muestran responsabilidad en todo lo que hacen y consideran el éxito académico como una de sus metas más valoradas (Nurmi, 1987; Salmela-Aro, Nurmi y Kinnuenen, 1991). Efectivamente, se da una asociación directa entre las metas educativas de los estudiantes y el rendimiento académico (Meece y Holt, 1993). Sin embargo, el fracaso escolar constituye el gran problema de la educación actual, sobremanera en las etapas preuniversitarias, que es de 36% (Instituto de la Juventud, 2000). Parece que a muchos adolescentes no les interesa adquirir el conocimiento, desarrollar capacidades o autorregular el aprendizaje.
Asociadas a las preocupaciones educativas se encuentran las aspiraciones profesionales, que deberían enlazar la actividad presente con la futura y, en consecuencia, trascender los fines de la educación. Esta característica resulta básica (Langan-Fox, 1991a, 1991b), mas en el día de hoy existen fuerzas sociales que frenan el interés por lo vocacional, caso del mercado laboral. El joven ve con cierto pesimismo su incorporación al trabajo y su deseada emancipación familiar, económica y social.
Si algo valoran los jóvenes es la amistad, un tanto parcializada, puesto que buscan mayormente y con insistencia las relaciones con sus compañeros, tanto en el estudio como en el tiempo de ocio. Necesitan compartir con ellos sus ideas y sentimientos más íntimos de manera clara, sincera y en condiciones de igualdad. Se afirma que los amigos ejercen sobre ellos funciones reguladoras y de definición de valores desempeñadas antes por la familia. Preocupa, pues, a los educadores el rechazo exagerado que manifiestan a toda educación que no se derive del grupo de iguales, puesto que puede frenar el desarrollo de importantes metas, especialmente, las educativas, ya que se ha observado que cuando el estudiante no valora las variables interpersonales “totales” su rendimiento académico es bastante más bajo (Wentzel y Wigfield, 1998). También, esta preocupación se justifica porque parece estar demostrado que los jóvenes con altas metas prosociales desarrollan variedad de cualidades y conductas, por ejemplo, trabajan de forma creativa, se muestran empáticos y flexibles, buscan el propio bienestar y el de los demás y regulan el aprendizaje.
Dicen ser libres, pero no autónomos en todo, para afirmarse en su modo de pensar, experimentar, decidir y actuar. Defienden ideas de libertad, paz y permisividad ante comportamientos privados, tales como el aborto, la eutanasia, la homosexualidad y el racismo. No obstante, están atados a la familia, a la rutina del fin de semana, a los lugares de ocio, a lo fácil y al consumo (Elzo, 2000). No desean otra cosa que vivir bien todos los días, ambicionan sólo aquello que les haga sentirse mejor, cómodos y felices. De hecho, pocos se implican en ideales que exigen cierto compromiso y esfuerzo; incluso en los temas que más valoran –el ecologismo, los derechos humanos, el pacifismo, etc.- muestran poca capacidad de entrega y valentía personal.
La adolescencia por otro lado, supone en los jóvenes cambios físicos relevantes que pueden convertirse en centro de atención de lo que hacen y a lo que aspiran (Duda y Nicholls, 1992; Sarrazin et al., 1996). De esta suerte, cuando se proponen metas deportivas de alta competición o participan en concursos que exigen una forma física casi perfecta, a veces consiguen un estado de bienestar biológico adecuado, pero otras, viven obsesionados por el peso y la imagen física que inicialmente les genera trastornos de ingesta y después, de salud corporal y mental (Rodríguez, Mirón, Godás y Serrano, 1996).
Los intereses sociopolíticos tampoco resultan atractivos para la mayoría de los jóvenes. No quieren participar en la vida política y manifiestan cierta indiferencia para hacer valer su derecho al voto (Serrano, Godás, Rodríguez y Mirón, 1996). Este hecho es coherente con los sentimientos marcadamente hedonistas, inmediatos y concretos que defienden. Sin embargo, se observa, principalmente en comunidades pequeñas, caso de la navarra, a diversos jóvenes con un creciente protagonismo en la vida social y comprometidos con ideales políticos no convencionales, de ahí que resulte siempre conveniente incluir en las investigaciones sobre esta población hipótesis de naturaleza sociopolítica.
Las características reseñadas, y otras conscientemente obviadas, definen un prototipo de adolescente que se desenvuelve en un entorno personal y social dinámico saturado de cambios intelectuales, emocionales, sociales, biológicos, económicos y culturales. Este entorno le confiere una nueva forma de ser, de estar en el mundo y de relacionarse con los demás creándole una cierta inquietud y preocupación. No son, pues, de extrañar las múltiples contradicciones que los adultos detectan en la vida de los jóvenes. Concretamente, algunos de ellos tienen un riesgo tan grande de desencadenar estilos de vida o comportamientos desadaptados que no lo pueden controlar y en consecuencia, desarrollan verdaderas alteraciones de conducta que a los padres y a los educadores les resulta difícil readaptar.
Si bien determinados autores han considerado a los adolescentes conflictivos personas sin ningún tipo de proyecto, no debe olvidarse que actúan bajo la dirección de sus propias metas asociadas esencialmente a comportamientos ilegales (Carroll, 1995; Carroll, Baglioni, Houghton y Bramston, 1999). Podría mencionarse un cúmulo de hechos que avalan dicha afirmación, pero basta con una pequeña muestra de ellos: el rechazo a las normas y al principio de autoridad, el uso de la violencia física y verbal para conseguir lo que desean, la absorción excesiva de drogas, el vandalismo, la agresión a personas, la promiscuidad, el hedonismo sexual, la irracionalidad en sus inferencias y la negación de los modelos anteriores. Se trata de sujetos que presentan problemas de comportamiento, de aprendizaje, de madurez social, los cuales se han ido fijando en ellos durante su desarrollo. Los que presentan estas connotaciones personales viven en una situación de riesgo que puede conducirles al conflicto social.
Resumiendo, pues, puede decirse que el objetivo central de este estudio fue evaluar las metas de los adolescentes navarros, su escala de valores, sus rasgos de personalidad más destacados y su aptitud general para el aprendizaje, y a tal fin fueron categorizados por edad, sexo, etapa escolar, tipo de centro, modelo educativo, zona geográfica, estrato socioeconómico, trabaja el padre y trabaja la madre.
El presente trabajo está estructurado en seis capítulos. En el primero, se describen los objetivos y las características metodológicas de la investigación; en el segundo, después de desarrollar el constructo psicológico meta, se representan los perfiles de metas obtenidos; en el tercero, se exponen los valores que muestran los adolescentes; en el cuarto, se ofrecen los rasgos de personalidad más relevantes que les caracterizan; en le quinto, se reseñan las aptitudes escolares observadas y en el capítulo sexto se comenta una síntesis global del trabajo realizado: se comparan variables, se valoran los factores más influyentes en los adolescentes y se sugieren posibles investigaciones e intervenciones psicosociales.
El esquema de trabajo seguido en cada capítulo es el mismo. Se parte de una breve descripción de los soportes conceptuales del tema correspondiente, para después exponer los resultados alcanzados sobre el mismo a través de un análisis general y multidimensional y, si se precisa, una valoración final con sus conclusiones. Con esta estructura se ha pretendido dar una visión global e integrada de los principales rasgos que configuran la manera de ser y de actuar de los jóvenes navarros.

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