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Catálogo de Publicaciones de la Universidad Pública de Navarra

 

Marta Rodríguez Fouz
Pasiones discursivas


280 págs.; 14 x 21 cms.; Pamplona, 2003
16 euros

La alusión a las “pasiones discursivas” en el título designa la temática que comparten los textos de esta compilación. Es esa dimensión del discurso (no en sentido semiótico) la que cohesiona, en la doble vertiente de la reflexión y del mundo social, los acercamientos a autores tan distintos como Mannheim, Kierkegaard o Habermas, y a cuestiones en principio tan diversas como los anhelos emancipativos, la democracia discursiva, la comunicación mediática o la situación política del País Vasco. Son textos animados de pasión por el entendimiento del mundo, por la búsqueda de un sentido que posibilite la orientación en el universo de las cosas y de las acciones.

Presentación
Índice
Prólogo

 

Presentación:


Este libro agrupa una serie de ensayos donde se indaga en la posición epistemológica de la teoría social buscando clarificar la influencia de los modelos explicativos en la representación discursiva de la realidad. En todos ellos se localiza la dimensión apasionada de la voluntad de entender, que guía a los actores sociales y, en especial, a quienes reflexionan sobre las acciones.
Así, los textos sobre Karl Mannheim, Soren Kierkegaard o Jürgen Habermas y sobre cuestiones tan dispares como la emancipación, la democracia discursiva, la comunicación mediática o la situación política en el País Vasco incluidos aquí comparten el propósito y el desafío de atender a la irresistible pasión por comprender el mundo y los discursos que le adjudican algún sentido.

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Índice: “Luces y sombras de una ciudad. Los límites del reformismo social y del higienismo en Pamplona”


Prologo 11


I. Inquietudes intelectuales. De la posición en el mundo.


1. Los límites del conocimiento sociológico. Ideología e historia en el análisis de las mentalidades de Karl Mannheim 19
I. Redefiniendo lo ideológico 19
II. El valor de lo utópico 37
III. La posición del sociólogo en la historia 41


2. La historia intempestiva. El asalto íntimo a la conciencia religiosa en Soren Kierkegaard 55
I. Las exigencias de la fe 56
II. La tentación de lo ético y los héroes de la fe 65
III. El moemento de la eternidad en la historia 74
IV. Un balance subjetivo 82
II. Propósitos políticos. De la intervención normadora.


3. La emancipación abreviada. Límites en la teoría social de Jürgen Habermas 89
I. Ampliación del campo de batalla. ¿Qué es emanciparse? 90
II. Dificultades para levantar el estandarte de la victoria 95
III. Proceso a una teoría 97
a) En busca de fundamentos últimos 99
b) El dominio de la palabra 102
IV. La pista del psicoanálisis 106
V. La pista del lenguaje 111
VI. Los universos del sentido más allá de la racionalidad 114
VII. El largo sueño de una liberación progresiva 118


4. De la comunicación política. Democracia radical y patriotismo constitucional en Jürgen Habermas 125
I. Hacia una democracia discursiva 125
II. La opinión pública tras el Estado de bienestar 135
III. La baza del multiculturalismo europeo 151
III. Semánticas del recuerdo. Diagnósticos en clave anmnética.


5. El discurso de la memoria. Tiempo e historia en los medios de comunicación masiva 159
I. Pautas para un diagnóstico 162
II. Palabras e imágenes 174
III. La memoria inarticulada 178
IV. ¿Democratización del conocimiento? 186
V. La inmortalidad discursiva 195


6. Los duelos de la memoria. De la política en tiempos de oscuridad 203
I. Imperativos de la memoria ¿Puede aún mirarse atrás sin culpas ni vergüenza? 208
II. La gesticulación pública 219
III. Dificultades semánticas. El recurso de la memoria doliente 235


7. De la firmeza y del miedo. Con ocasión de un posicionamiento moral 249


8. Defender la paz 261
I. ¿Caminos hacia la paz? 264
II. Pensar que la paz ya es nuestra 273

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Prologo: Pasiones discursivas. Desafíos de la reflexión sociológica.

La pasión por el entendimiento del mundo forma parte de la naturaleza humana. La búsqueda de un sentido que posibilite la orientación en el universo de las cosas y de las acciones define la actitud de los hombres, que indagan, preguntan, reflexionan y responden a los desafíos de la realidad con la ayuda de su imaginación y de los hallazgos y experiencias de los predecesores. En ese interminable proceso de esclarecimiento, cuando lo que incumbe es la localización de sentidos para dirigir y comprender aquello que se hace, se acumulan discursos y modelos heurísticas que compilan la eficacia de las explicaciones globales. Es dentro de esa dinámica, en la que con facilidad se impone la lucha entre epistemologías incompatibles, donde la sociología dilucida su capacidad de contar la vida en sociedad de un modo inteligible y coherente. En esas, la teoría social y los análisis políticos de la realidad circundante disponen de un abundante material para emprender su tarea, pero también de una carga de presuposiciones, seguridades e inercias que dificultan la espontaneidad de la mirada. No obstante, motivada por esa misma carga, la pretensión de salvar un mirar que explique el mundo sin la mediación excesiva de un código interpretativo previo y bajo el único dictado de la razón aparece casi obsesivo en las ciencias sociales. En esta vertiente de la racionalidad científica que figura en los programas de cualquier sociología con inquietudes autocríticas de los desafíos que plantea la realidad no son menores que los que la propia sociología acaba provocando. El peligro de que ese desdoblamiento de los problemas que ocupan al sociólogo (la complejidad del mundo social y los cánones de su tradición heurística) derive en una practica sociológica inconsciente de sus herencias epistemológicas o en una metateoría cerrada al análisis inmediato del entorno, se neutraliza cuando las herramientas conceptuales intervienen en la comprensión reflexiva del mundo con un esfuerzo simultaneo y bidireccional de clarificación.
Este libro agrupa una serie de ensayos donde, desde asuntos muy diversos, se indaga en la preocupación por la posición epistemológica que delimita y define los discursos de la teoría social. En todos ellos hay un impulso hacia la clarificación de la influencia de los modelos explicativos en la representación discursiva de la realidad. Y en todos ellos se localiza la dimensión apasionada de la voluntad de entender, que guía a los actores sociales pero, sobre todo, a quienes reflexionan sobre las acciones. Aunque en algún caso, como en Kierkegaard, dicha voluntad aparezca en el reverso de otra voluntad, no menos apasionada, que se opone radicalmente al propósito del entendimiento y ubica el referente del sentido en la vivencia extrema de la fe, una fe que, por su misma definición no podría ser entendida. Claro que, significativamente, Kierkegaard, con su renuncia a la posibilidad de comprender, se presenta como paradigma del hombre que sufre. La imposibilidad de integrar en un discurso razonable las vivencias autenticas de la fe es vivida como un desgarro intimo que, no en vano, solicita héroes y no simples individuos que habiten la tierra buscando un sentido inmanente a la existencia. Algo que, a su peculiar manera, también da pistas sobre la importancia de reconocer como se cuenta el mundo y como se procura intervenir en él.
Mas allá de esa primera clave indagatoria que comparten todos los ensayos de este libro y de la sociología del conocimiento de Karl Mannheim, de la que me ocupo en el primero de ellos, resulta paradigmática, hay otro elemento común en la preocupación, algunas veces latente y otras mas explicita, por los relatos de la memoria. El peso de la historia, de la tradición, del recuerdo o de la imaginación anamnética en la conformación de los universos donde se despliega la convivencia esta presente en todas estas reflexiones. Tanto cuando se trata de aclarar la posición en el mundo desde un plano más individual y con una inquietud mas intelectual que practica (caso de Mannheim y Kierkegaard), como cuando lo que se expresa principalmente son afanes políticos, que procuran intervenir en las actividades normadoras (caso de Habermars).
Las páginas sobre Mannheim y Kierkegaard, recogidas en el apartado inicial, están atravesadas por la pregunta acerca de la historia y de los procesos temporales. En el caso de Mannheim, la definición de lo ideológico según el criterio de la congruencia de los discursos con la altura de los tiempos y su apuesta epistemológica por un conocimiento social que relacione convenientemente los discursos con las circunstancias de su creación y permanencia, incumben directamente a la cuestión de la memoria colectiva. Con Kierkegaard, la relevancia de la historia llega a través de su propuesta de un salto que rebase el tiempo humano y convierta a los creyentes en contemporáneos en la fe (por medio de la repetición de las experiencias originarias del cristianismo). Su desprecio del tiempo humano y de la vivencia lineal de la historia enlaza, así, con la definición genérica de lo humano en términos de su compresión de la temporalidad. En ambos casos, por lo tanto, la posición en el mundo (en Mannheim más colectiva y en Kierkegaard más individualista) se expresa desde su relación dinámica con la memoria histórica.
Los trabajos que se ocupan de entrar en discusión con Jürgen Habermas, ubicados en el segundo apartado, forman un núcleo reflexivo que irrumpe en el terreno de la práctica política propiciando un contraste inmediato entre los postulados teóricos y la resistencia de la realidad a dejarse amoldar por los ideales de la reflexión ética. En ambos textos, el primero de ellos centrado los límites del concepto “emancipación” y el segundo dirigido a pensar en el modelo de una democracia radical que enfatiza las virtudes de la comunicación, aparece la preocupación por la intervención en el diseño de la realidad normativa. Y en ambos casos se encuentra que la respuesta al doble desafío (social y teórico) se conjuga en los términos de un cierre hermenéutico que tiene que resultar sospechoso. Al menos si se piensa que el problema de la búsqueda de sentido convoca otras pulsiones distintas a la satisfacción racional con el cumplimiento de un programa ceñido por la lógica.
La impostura de la razón que trata de aglutinar las inquietudes, propósitos y proyectos de la existencia colectiva, emulando la ambiciosa pretensión religiosa de ligar el sentido a una trascendencia divina, ha sido muy atendida por quienes, desde la coartada de la postmodernidad, defienden el valor intrínseco de la irracionalidad y de los márgenes desatendidos por la razón omnipotente. Aquí también comparece, aunque de un modo mas velado, la critica a esa racionalidad que propone certezas y colabora con la pasión por la verdad, pese a que lo haga, en el caso de Habermars, matizándola como validez, o en el caso de Mannheim, inscribiéndola en la dimensión mas mundana del relacionismo.
La fuerza con la que el impulso de trascendencia, de marcado talante religioso, influye en la definición de los interrogantes del teórico social es algo que parece bueno considerar y a lo que, puntualmente, se presta atención en los textos de este libro. La preocupación por la localización de sentidos que superen la criba del mero valor circunstancial se expresa con la advertencia contra la obsesión por establecer fundamentaciones últimas y contra la búsqueda insistente de respuestas categóricas que no tengan al ser humano o a la humanidad en conjunto (con su memoria de experiencias y la historia de sus conocimientos acumulados) como el sujeto sustantivo tanto del preguntar como del responder. También por eso el plano del discurso, donde se expresa la imaginación que relata los contenidos de todo aquello relevante para aspirar a la comprensión de algún sentido y, a fin de cuentas, el plano donde tiene lugar la transmisión del saber sociológico, es el que tiene un protagonismo mayor en estos ensayos.
La importancia de la memoria colectiva y de la reelaboración ideológica de los contenidos de la experiencia histórica, a la hora de vivir en comunidad y a la hora de reflexionar sobre dicho vivir, invitan a prestar atención a esa vertiente de lo social que amplía la referencia a la pasión por el conocimiento con la indicación sobre la resistencias, igualmente pasionales, de los discursos del pasado para dejarse matizar o corregir. El valor proyectivo de la definición de un modo de estar en el mundo de la propia imagen sobre la realidad de ese mundo subraya la relevancia (vital y epistemológica) de los relatos anmnéticos, algo que no se ha dejado de lado en ningún momento pero que irrumpe sobre todo cuando se piensa en los diagnósticos sobre la sociedad contemporánea y sobre el nacionalismo en Euskadi.
En ese plano inciden especialmente los cuatro trabajos reunidos en el tercer apartado del libro. El primero de ellos propone una reflexión sobre la influencia en la memoria de los medios de comunicación masiva. El peso de la imagen y la supuesta perdida del poder figurativo de la palabra (presentados reiteradamente como prueba de la barbarie cultural de los nuevos tiempos) marca la expresión crítica de esta época desde la atención a la ganancia de conocimientos vinculada al encuentro reflexivo con los textos del pasado. Ahí, el interés teórico se revuelve hacia como se definiría el presente (en este caso, a través de del tipo de sujetos que promociona) cuando se atiende a su relación con los contenidos anamnéticos de la experiencia cultural.
El segundo texto de este ultimo apartado plantea una lectura de las movilizaciones de la sociedad civil (concretamente de las que suceden en Euskadi en contra del terrorismo) desde la referencia a como se reclama la memoria de las victimas. La pista de Benjamín para pensar en el pasado con la conciencia de la culpa por los daños provocaría el avance del progreso sirve para interpretar los problemas de escenificación publica del dolor ante una memoria de carácter nacional (la de los militantes de la izquierda independentista) que exige retribuciones políticas en virtud de esa memoria y con la amenaza del uso efectivo de la violencia. Nuevamente, la vigencia del recuerdo presta una clave interpretativa que, en este caso en un plano más colectivo, certifica la importancia de la imaginación anamnética en la comprensión discursiva del mundo humano y de sus diversos contextos.
El comentario critico al diagnostico de Iñaki Ezkerra sobre la dificultad de convivir en un espacio político donde se habría hurtado el derecho a discrepar de la memoria nacionalista vasca amplía el recorrido por esas dificultades semánticas que surgen en cuanto los recuerdos se consolidan en una imagen sustantiva que se apasiona con las certezas de su propio discurso.
Por ultimo, se incluye una propuesta practica pero de carácter reflexivo que incide en la usual definición del escenario cívico vasco como un lugar donde faltaría la paz; una paz que se verbaliza continuamente como la aspiración troncal de la vida publica sin tener en cuenta la perdida en la autodeterminación democrática que esa aspiración supone pues implica ceder la agenda politica al terrorismo. Frente a dicha definición, el cierre de este libro se materializa en una invitación abierta a pensar en la realidad de Euskadi sin el yugo semántico de la paz concebida como un único horizonte temático legitimo. La idea de apelar a la paz como algo que habría que defender más que perseguir presta la clave para ensayar esa otra mirada a la complejidad circundante.
Estos cuatro trabajos que cierran la compilación agolpan así, las referencias más explicitas a la cuestión sobre la relación que se establece con el pasado y con la singular temporalidad de la situación humana en el mundo.
La alusión a las “pasiones discursivas” en el titulo designa la temática que comparte el conjunto de textos, pues es esa dimensión del discurso (no en sentido semiótico) la que cohesiona, en la doble vertiente ya señalada de la reflexión y del mundo social, los diversos acercamientos a autores tan distintos como Mannheim, Kierkegaard o Habermars y a cuestiones en un principio tan distantes entre si como los anhelos emancipativos, la democracia discursiva, la comunicación mediática o la situación politica del País Vasco.
La pasión por el propio modelo interpretativo, que ciega muchas perspectivas de análisis, junto a la pasión por los relatos que cargan de identidad y de fuerza integradora a los distintos mundos en los que piensa el sociólogo, invitan a esa propuesta semántica del titulo que, por lo demás, también podría sugerir la distancia con la racionalidad fuerte, esto es, con la racionalidad que combate, justamente, el recurso a las pasiones.
En todos estos trabajos, la orientación hacia una teoría que cargue con las dificultades del modo de contar como se es y a que se aspira define un estilo común que, inevitablemente, hace hincapié en el plano epistemológico a la vez que en problemáticas del contexto mas cercano. De ahí que el vínculo que se establece entre ellos tenga que ver, también, con esos “desafíos de la reflexión sociológica” que no olvidan, en ningún caso, el propósito de contentar a la irresistible pasión por comprender el mundo y los discursos que le inventan un sentido.

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