cabecera julio 2012

Egresados/as por el mundo

Luis Alberto Alfaya Barros, de Argentina a España para estudiar ingeniería automovilística en Pamplona y Zaragoza y establecerse profesionalmente en Cataluña
Luis Alfaya

Luis Alberto Alfaya cambió de país no por trabajo sino para venir a estudiar a la Universidad Pública de Navarra y ya no ha vuelto a cruzar el charco si no es de visita. Nació en Mar del Plata, Argentina, hace 45 años. Tras acabar Formación Profesional Superior (Automoción) en su país natal, una beca lograda a través del Gobierno de Navarra le animó a trasladarse a Pamplona para estudiar Ingeniería Técnica Industrial (Mecánica) en la Universidad Pública de Navarra (1992), estudios que avanzó en Zaragoza antes de establecerse profesionalmente en Sant Cugat, ciudad catalana en la que reside desde hace quince años. Casado y con dos hijos, MBA por la Escuela de Administración de Empresas (EAE) y la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC), este ingeniero ocupa la dirección del departamento técnico para el sur de Europa dentro de la empresa alemana Linde & Wiemann, ligada al sector industrial del automóvil.

¿Qué te decidió a aventurarte en el mundo de la electricidad y mecánica del automóvil?
Por suerte, o al menos eso me gusta pensar, he tenido desde siempre claro lo que quería estudiar. He estado siempre relacionado con ambientes técnicos. Ya desde Primaria me decidí por una carrera técnica: Formación Profesional II en Electricidad y Mecánica del Automóvil, que realicé en mi ciudad natal. Durante los tres primeros años de estos estudios se trabaja técnicamente en diferentes campos, por ejemplo, construcción, transformación mecánica, máquina-herramienta, electricidad, carpintería, etc. En los tres últimos años de FP II sólo se desarrollan actividades puras de la especialidad, en mi caso, en electricidad y mecánica del automóvil, tareas que en lugar de desarrollar dentro del colegio, realicé trabajando en diferentes talleres mecánicos, inicialmente en un taller de mecánica y electricidad del automóvil y luego en un taller de rectificación de motores, hasta llegar a tener un pequeño taller propio conjuntamente con un compañero de clase.

Llegaste a la Universidad tras un FP y una incipiente experiencia laboral. ¿De qué te sirvió todo esto?

Durante esta etapa aprendí, entre otras, dos cosas que quisiera destacar: En primer lugar, el conocimiento del "mundo laboral real", es decir, el mundo laboral extra-colegial. ¿Qué significa esto? Si bien, y como es lógico, los colegios han de seguir un temario y explicarlo con los medios disponibles, yo noté la diferencia entre mundo académico y real también en la falta de experiencia de los profesores. Y no me refiero a enseñar, que lo hacían muy bien, sino en cómo se trabajaba en talleres fuera del colegio. Normalmente, la mayoría de los profesores de "taller" habían sido alumnos del colegio y una vez finalizado sus estudios, se había quedado en el colegio como profesores. Por otro lado, la mecánica del automóvil "no converge". En términos menos matemáticos podríamos traducirlo como que la mecánica del automóvil está socialmente descompensada. Me explico: mientras que para reparar un coche nuevo basta con realizar un mantenimiento básico y por lo general no hay problemas, los coches con muchos años y kilómetros requieren de mucha más atención. Esta tarea no sólo exige más horas de trabajo, sino que obliga a utilizar el ingenio para poder solucionar los problemas a bajo coste. Esto obliga en ocasiones a adaptar piezas de otros modelos de coches, buscarlas en desguaces y hacerlas funcionar. Esto es para mí realmente la mecánica. ¿Dónde está la no convergencia o descompensación social? Precisamente en eso, quien tiene un coche con muchos años y kilómetros, no suele ser porque quiera (los coleccionistas son la excepción que confirman la regla), sino porque no dispone de medios económicos para adquirir uno nuevo y no puede pagar lo que realmente valen las tareas de mecánica. Por otro lado, aquellas tareas de mecánica a realizar a vehículos "nuevos" se limitan a remplazar piezas usadas por nuevas y en poco tiempo lo finalizas. Precisamente a estos clientes que podrían pagar algo más, son los que menos trabajo te dan en su reparación o mantenimiento.

¿Cómo te enteras en Argentina de una convocatoria de becas del Gobierno de Navarra?
Mientras trabajaba ya había iniciado los estudios en la Universidad de Ingenieros de Mar Del Plata, compaginando ambas actividades. Me enteré de ellas porque yo solía ir al Centro Navarro de Mar del Plata, ya que mi padre trabajó enfrente durante veinte años y colaboró muchos años con el Centro. Me gustaba ir allí a jugar al frontón y un día las vi publicadas. Digamos que aquello me abrió las puertas.
Impulsado también por la no muy buena situación universitaria en Argentina, que atravesaba una etapa de continuas huelgas del profesorado, decidí presentarme y después de unos exámenes que fui a realizar a Buenos Aires, resulté uno de los cinco estudiantes seleccionados. En aquel momento, ya no me planteé estudiar en otra universidad. Yo quería estudiar Ingeniería y en Pamplona había la posibilidad, ¿por qué cambiar?

Y dejas Buenos Aires para viajar a Pamplona…
Así es. En 1989 me vine a vivir al barrio de La Milagrosa. Inicialmente decidí estudiar Ingeniería Técnica Industrial, dado que eran tres años y si la adaptación no hubiera sido muy buena, al menos en ese tiempo sabía que dispondría de una titulación. Afortunadamente, fue todo lo contrario. En los estudios me fue muy bien y me adapté perfectamente, incluso con las variantes lingüísticas, que en más de una ocasión me jugaron una mala pasada, e incluso trabajé en varios bares en fines de semana y fiestas de San Fermín. Toda la gente con la que me relacioné fue estupenda pero la vida me trajo a otros lugares y lamentablemente he perdido contacto con muchos de estos viejos amigos. Precisamente, una variante lingüística me llevó a confusión respecto a la Ingeniería Técnica o Superior. Dentro de las posibilidades de estudio, cabía estudiar Ingeniería Técnica (3 años), Ingeniería Superior (5 años) o Ingeniería Técnica más un curso puente de acceso a 4º y 5º Ingeniería Superior. El concepto de curso en Argentina se asemeja a lo que aquí se llama "cursillo", es decir, 2-3 meses de duración. Si el curso académico dura 9-10 o 12 meses, en Argentina se dice un año académico, sobrentendiendo un curso académico una duración notablemente inferior. Durante el tercer año de estudio de la Ingeniería Técnica me enteré de este matiz determinante.

Y es cuando te vas a Zaragoza…
Fue entonces cuando tuve que tomar la decisión de hacer este curso puente en Zaragoza, entre otros motivos por falta de plazas en la UPNA. Hice el proyecto de fin de carrera durante el tercer curso y lo presenté en septiembre. En Zaragoza me dijeron que había plazas y además era una clase solo para ingenieros técnicos que querían continuar con la Superior. La experiencia allí también fue muy buena. Tengo que decir que el Gobierno de Navarra me facilitó la posibilidad de continuar los estudios donde fuere y por cercanía elegí Zaragoza. Allí estuve de 1.992 a 1.996.

¿Cuándo llegó tu siguiente experiencia laboral?
En 1.995, compaginándolo también con los estudios. En ese año comencé a trabajar en una empresa que construía máquinas de Vending para bebidas. Mi trabajo consistía en optimizar los modelos actuales y en hacerlas versátiles para diferentes productos, junto con diseño y construcción de los mecanismos, documentación y construcción de prototipo. Durante esta etapa aprendí muchas cosas respecto a la tecnología de punzonado y doblado de chapa.

Terminas en Zaragoza y consigues trabajo en Barcelona…
En 1.997 me fui Catalunya a trabajar en una empresa de estampación y soldadura. Allí estuve durante cinco años como jefe de proyecto industrializando diferentes piezas y conjuntos para SEAT, VW, AUDI y BMW, entre otras marcas. En 2.002 cambié a una empresa alemana, Linde & Wiemann, también en Catalunya y donde actualmente soy el responsable del departamento técnico para el sur de Europa. El abanico de tecnologías que utilizamos es muy amplio, tanto los tradicionales procesos de estampación y soldadura por aportación o puntos, como procesos de perfilado en frío y en caliente, cintrado, blowforming, soldadura laser, clinchado, etc…

¿Cómo llegan preparadas las nuevas generaciones?

Aunque los aspectos teóricos están muy bien cubiertos, en los prácticos se basan en simulaciones, mucho trabajo de ordenador y poco o nada de campo. Curiosamente, aún en estos tiempos de crisis, es prácticamente imposible conseguir personal cualificado en este sentido, y más aún si existen requisitos de idiomas. Desde hace un tiempo hemos optado por contratar jóvenes ingenieros y formarlos en éstas tecnologías. Es cierto que tienen una muy buena base y que están bien capacitados para aprender, por lo que adquieren nuevos conocimientos rápidamente. Somos también conscientes de que asumimos el riesgo de que, una vez formados, se marchen a otras empresas, pero eso también es parte del mundo laboral.

¿Qué recomendarías a los jóvenes ingenieros o estudiantes de Ingeniería?
En primer lugar, que utilicen su ingenio y aprendan a suponer. Durante la carrera se realizan gran cantidad de ejercicios donde, de una manera u otra, se pueden obtener todas las variables para la solución de un problema y la obtención de un resultado. En la práctica, hay que suponer muchos datos para poder hacer un cálculo y, en base a los conocimientos y el sentido común, analizar y validar los resultados. En segundo lugar, estudiar teatro. En un mundo globalizado, cada día es más difícil, por no decir imposible, trabajar aislado del resto. Normalmente y en función de la envergadura del proyecto, se trabaja con un grupo de personas, un team. En cualquier caso, la comunicación ha de ser constante y ha de tener fluidez de palabras, trato afable y ser convincente. Muchas veces es necesario aseverar con firmeza incluso en situaciones donde no se está cien por cien seguro. Formación en idiomas es una prioridad en este aspecto. En tercer lugar, ampliar el zoom y no ver sólo las cosas desde el punto de vista ingenieril. Lo que más le puede costar a un ingeniero no suele ser administrar los múltiples recursos técnicos disponibles, sino administrar los recursos humanos asignados. Muchas veces se tiende a tratarlos como un recurso técnico más, lo que desde mi punto de vista no es correcto. Y en último lugar entender la importancia de la unidad monetaria. Por suerte o desgracia, en todos lo proyectos que intervengamos, todos las ventajas que podamos nosotros argumentar desde el punto de vista técnico va a competir con sus costes. Ya podemos hacer una súper-propuesta de ahorro de peso, tener la mejor solución resistente, un óptimo aprovechamiento del espacio, etc… que para convencer hay que manejar la mejor opción económica o una de las mejores.

Con el tiempo, has optado también por estudios de Máster…
Después de haber estudiado una carrera por el camino técnico puro me di cuenta que necesitaba formación adicional respecto al funcionamiento de las empresas y los negocios. Entre 2.002 y 2.004 hice un MBA en la Escuela de Administración de Empresas (EAE) y la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) que me ayudó a comprender cómo funcionan las cosas mas allá de lo meramente técnico, unos estudios que recomiendo también a los ingenieros, pero tal vez no inmediatamente después de finalizar los estudios de ingeniería, sino después de un período de trayectoria laboral.

De argentino a catalán, toda una carrera de fondo…
Respecto a la integración y al nivel de vida, la verdad es que yo me he adaptado muy bien en las diferentes etapas y no he tenido ningún problema. Hablando de este país, lamentablemente no puedo hacer una comparativa correcta entre donde se vive mejor, si en Navarra o en Catalunya. En Pamplona me lo ha pasado muy bien y ahora en Catalunya me siento estupendamente. No podría hacer comparaciones porque el tiempo y el entorno son muy diferentes. Lo que sí te puedo afirmar es que Pamplona sería una de las ciudades a las que me iría a vivir sin problemas.

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