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Cátedra Jorge Oteiza
Félix Duque (Universidad Autónoma de Madrid)
En un mundo en el que las artes parecen haberse disuelto planetariamente en el diseño, la publicidad, la información mediática de noticias y concursos, hasta transformar gradualmente la habitación del hombre en no-ciudades electrónico-temáticas, ¿no es acaso un ejercicio de nostálgica reacción el convocar el nombre de un pensador (de dudosa reputación, por demás) y evocar el arte "de verdad"? ¿No es acaso ya demasiado tarde para ello? Lo sería, en efecto, si ese pensador no hubiera meditado desde el destino de la técnica y la praxis que han convertido hombres y cosas, dioses y palabras, amor y muerte en mercancía. Lo sería, si el arte no se revolviera, dentro del seno tecnocientífico, contra su propia degradación. Lo sería, en fin, si la verdad no se irguiera sobre un fondo de indisponibilidad y silencio, que aduna retráctil palabra e imagen, el ojo que lee-escribe y la mano que talla-acoge.
Lejos de toda celebración hagiográfica, estas jornadas pretenden enfrentar -a veces, contra y más allá de Heidegger- la palabra del pensador con el verbo desgarrado del poeta, con la infraimagen transfigurativa de las artes plásticas hodiernas, y, desde luego, con la cuestión extrema: ¿es posible, hoy, habitar la tierra, si es que aún se da algo así como "tierra", más allá de toda reivindicación del terruño y de la Patria? ¿Es posible contar hoy, todavía, con el mundo, si es que "mundo" es algo distinto a peso y medida, a cuenta y razón, algo así como un ancho vano que hace posible rasgo y traza, son y claridad? Entre la pública corriente de opinión (rabiosamente "metafísica", sin saberlo) del mezquino espectáculo efímero de masas crecientes y la roca maciza -y por ello, obtusa- del misticismo oscurantista, que repite salmódico el exhorto salvífico, el Ciclo intentará situarse en esa estrecha franja que da tiempo y abre espacio, allí donde, ejemplarmente, los plegados dedos de Chillida dejan ser al vacío que abre convivencia, o donde la abierta esfera de Oteiza expele, espejeante, lugares cálidamente civiles. A la escucha de la palabra expectante, la palabra que palpa y palpita. Todavía:
Fänden auch wir ein reines, verhaltenes, schmales
Menschliches, einen unseren Streifen Fruchtlands
Zwischen Strom und Gestein.
Si encontrásemos también nosotros algo humano puro, contenido, angosto,
una franja nuestra de tierra fértil
entre la corriente y la roca.
R. M. Rilke. Segunda Elegía de Duino, vv. 74-76
Cátedra Jorge Oteiza
Edificio de El Sario
Campus Arrosadía
31006 Pamplona