El Auto de fe de Logroño de 1610, conocido como el “Auto de las brujas de Zugarramurdi”, fue el último de los grandes juicios de la Inquisición contra la brujería. En esta Relacion summaria del auto de la fe…, redactada por Luis de Fonseca con intención ejemplarizante, se relatan los cargos y las acusaciones que se presentaron contra cincuenta y tres personas acusadas de brujería. Cuarenta de ellas procedían de la zona de Zugarramurdi, de las cuales once fueron condenadas a morir en la hoguera. Seis fueron quemadas vivas y las otras cinco se quemaron en efigie, ya que habían muerto en la cárcel en espera de juicio. Se mencionan, además, los nombres de otros diecisiete vecinos de Zugarramurdi, que se arrepintieron y fueron reconciliados, aunque de ellos ocho murieron mientras estaban en prisión.
El proceso tuvo una gran repercusión social en la época. Fue dirigido por los inquisidores Alonso Becerra, Juan de Valle y Alonso de Salazar Frías. Este último jugó un papel de importantes consecuencias. Su empeño por demostrar que no había habido caso de brujería consiguió un cambio de proceder en la Inquisición, que acabó admitiendo el error cometido en 1610 y ya no volvió a abrir otro gran proceso a brujas.
De esta Relacion summaria… se conocía la edición de Logroño. El ejemplar que se conserva en la Upna, impreso en Burgos por Juan Baptista Varesio en 1611, es el único del que se tiene constancia. A diferencia de la edición de Logroño, la de Burgos enumera los nombres de los sentenciados y arrepentidos.